Desde la restauración de la democracia en España, la CEOE ha sido una de las instituciones que más ha contribuido a proporcionar estabilidad al sistema socio-económico y también a la modernización de la economía nacional.
Además, con sus virtudes y sus defectos, la patronal española se ha convertido en un referente para las organizaciones empresariales de los países de nuestro entorno. En pocos de ellos, todas las empresas, grandes, medianas y pequeñas, están integradas en la misma entidad, lo que, de alguna manera, debilita su capacidad de acción y de influencia.
La creación de este formidable aparato, con una burocracia mínima, ha sido el resultado de la labor de muchos años y de mucha gente, pero, sobre todo, de quien fue el alma mater de CEOE, primero como secretario general y después como presidente, José María Cuevas.
En estos momentos, la patronal española se encuentra en una de esas encrucijadas en las que se tiene que definir cuál será el futuro. Por eso, las elecciones a su presidencia tienen una extraordinaria trascendencia.
Desde la solidez del presente, avalada por una larga trayectoria, la de la propia España democrática, CEOE ha de redefinir su papel en el escenario social y económico de nuestro país, sobre todo, en el contexto de la crisis económica más dura experimentada por España en su historia contemporánea, en el contexto de un país abierto, inmerso en un mundo globalizado y con vistas a representar los intereses de las empresas y los generales del país en un entorno en el que se van a producir, y deben producirse, cambios radicales en el modelo social y económico de España.
Desde esta óptica, la patronal ha de situarse en la vanguardia de las reformas que el país necesita para aumentar su competitividad, crecer y generar empleo.
Al mismo tiempo, la CEOE ha de potenciar su papel como una institución vertebradora del Estado, capaz de dar expresión a esa síntesis de unidad y diversidad que es la España del siglo XXI, contribuyendo a fortalecer la unidad de mercado en el marco institucional de un sistema estatal descentralizado.
Esta es una tarea fundamental en un contexto de creciente fragmentación del espacio económico común y constituye una de las principales aportaciones que la CEOE puede realizar a las Españas.
En este sentido, desde su ámbito de actuación, la apuesta de la patronal ha de concretarse en la creación de un modelo de organización territorial del Estado basado en los principios del federalismo competitivo, único esquema que permite compatibilizar la pluralidad con la eficiencia.
Por otra parte, la propia CEOE ha de adaptarse a un panorama en el cual su actividad, como una máquina de realizar convenios colectivos, tiene y debe reducirse en el horizonte de una estructura de relaciones laborales en el cual la negociación colectiva tenderá a descentralizarse hacia las empresas.
Esto obliga a convertir la patronal en una empresa de prestación de servicios empresariales y potenciar su actividad como una fábrica de ideas y de proyectos destinados a modernizar la economía española y en una institución cuya principal fuente de ingresos ha de ser la proveniente de sus asociados. En este contexto, la patronal tiene que ser un agente básico en la transición de un modelo de corte corporativo a otro de corte liberal. Esto supone ser coherente con su pasado y ajustarse a las exigencias del futuro. En suma, la CEOE debe transformarse en una poderosa institución de la sociedad civil.
Como es obvio, el éxito o el fracaso de un programa renovador de esas características depende, de manera crítica, de quien encarne en la presidencia de la organización ese proyecto modernizador.
A la vista de los candidatos en liza, la figura del presidente de Fomento, Juan Rosell, emerge como el hombre oportuno en el momento adecuado para simbolizar la nueva etapa de la CEOE.
Por su edad, por su historia empresarial, por el amplio respaldo a su candidatura y por su inequívoco ideario liberal es la persona idónea para estar al frente de la patronal española. Al mismo tiempo, la presente y complicada relación de Cataluña con el resto del Estado hacen del presidente de Fomento un factor clave en la búsqueda de un anclaje sólido entre el Principado y las Españas. Esta sola posibilidad avalaría la oportunidad y la idoneidad de Rosell como líder del empresariado español. Pero hay más?
Rosell es un representante señero de esa secular y creativa tradición de catalanes que ha apostado siempre por la existencia de una Cataluña grande en una España grande, que ha buscado una Cataluña implicada en el destino y en el desarrollo económico del país, en su integración en el mundo, en la configuración de un ámbito político y social de tolerancia, de libertad y de convivencia.
Ese espíritu del mejor catalanismo, de su apuesta por un proyecto común para las Españas, la línea de pensamiento y de acción representada por don Francesc Cambó, de su compromiso con España, es el que Juan Rosell simboliza en las actuales circunstancias. Esa era también la inspiración del primer presidente de la CEOE, otro ilustre liberal catalán, el desaparecido Carlos Ferrer Salat.
Lorenzo Bernaldo de Quirós. Miembro del consejo editorial de elEconomista.