Los brotes verdes a los que tanto se aferró Salgado han existido. Germinaron durante los últimos meses impulsados por el pequeño despegue exterior y el efecto de adelantar las compras por el IVA; pero no parece que vayan a contar con el agua suficiente para sobrevivir en los próximos trimestres.
Ayer, el presidente del Gobierno se reunió con siete de sus ministros y tres de sus secretarios de Estado para dejar claro en una foto que estaba trabajando en verano. Hacía dos años que el jefe del Ejecutivo no ejercía de anfitrión en la Comisión Delegada de Asuntos Económicos.
Y la reunión se retrasó probablemente para que luego concidiese la rueda de prensa de Salgado con los telediarios. Este encuentro se había convocado con un ojo puesto en los Presupuestos, pues Zapatero va a encabezar personalmente las negociaciones con el PNV en lugar de Salgado. Lo que significa que habrá un cambalache a cambio del apoyo de los nacionalistas. Sin embargo, en un contexto donde la economía internacional se muestra abocada a una rápida desaceleración, el encuentro pudo también servir para discutir unos datos que van camino de empeorar. No obstante, Salgado hizo la pantomima de afirmar en televisión que las últimas cifras eran buenas. Agarrada a ellas, la vicepresidenta afirmó que bastaba con la austeridad que impondrían y la Ley de Economía Sostenible. Pero nuestra mejora en la productividad sólo se ha dado debido a la brutal expulsión de trabajadores.
El cambio de modelo que el Gobierno tanto proclama sirve de poco. Los brotes verdes están destinados a languidecer durante mucho tiempo si no se aplica un paquete de reformas de verdad.