Opinión

Editorial: Alierta conquista Vivo en 80 días

Ayer culminó con éxito la ofensiva de Telefónica a Portugal Telecom por la mitad de Vivo, el primer operador de móvil en Brasil. La operación ha estado jalonada de un larga serie de obstáculos que avivó el Gobierno luso al ejercer la anacrónica acción de oro en contra de la voluntad mayoritaria del accionariado.

Algo que retrató también al Ejecutivo español, que no movió un dedo para interceder por Telefónica ante tal maniobra. Incluso después de cerrarse ayer este ventajoso negocio para ambas -no olvidemos que la oferta de Telefónica rebasa la capitalización bursátil de PT- el primer ministro portugués se pavonea de que es una victoria lusa y critica a los que amenazaban con emprender acciones legales ante su conducta intervencionista. La absoluta vencedora es la compañía que preside Alierta, que no precisa remover aguas pasadas para explicar su impecable conducta.

La compraventa se cierra aparentemente por algo más de dinero, 7.500 millones, pero realmente ahorra 200 millones que se hubieran desembolsado en otros conceptos. Es un precio razonable para los horizontes que Vivo da a Telefónica en Brasil y un caramelo para PT, que precisa hacer caja para entrar en la brasileña Oi, según un acuerdo entre ambas. Con Vivo, Telefónica colma uno de sus deseos más acendrados y adquiere los mimbres para crecer exponencialmente en su segundo mercado, de creciente pujanza y que le procurará pingües beneficios al ganar presencia. Aparte de ser una operación redonda, un factor multiplica su éxito: haberla logrado en el tiempo récord de 80 días revela la destreza y solidez de una estrategia acertada.

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