Uno de los efectos más visibles de esta crisis ha sido el cambio sustancial en el mercado de trabajo, que ya no volverá a ser el mismo. Los puestos de trabajo tradicionales son cada vez más escasos. Las grandes empresas reducen sus plantillas y se han lanzado a la externalización de actividades por medio de contratos mercantiles. Al mismo tiempo, se congela o se reduce la oferta de empleo público. ¿Dónde está el empleo?, ¿qué nos queda?
Nos queda la puesta en valor de las capacidades personales en el esquema empresarial, mediante la creación de nuevas micropymes que vengan a ocupar el espacio que dejan las que no han podido o querido adaptar sus modelos de negocio y de gestión o que innoven y desarrollen nuevas oportunidades de negocio.
Sin embargo, los emprendedores se encuentran con muchas barreras en España. Entre ellas, la financiación ocupa un lugar destacado. Tampoco ayuda la multiplicación de administraciones públicas que padecemos, con permanente ánimo extensivo de sus competencias para justificar su razón de existir.
La incapacidad de nuestros políticos para prever y gestionar la crisis ha sido ampliamente demostrada por los hechos. Pedir a estas alturas un pacto de Estado para afrontarla sería una ingenuidad. Pero no debería serlo un pacto parcial. Un pacto por el empleo destinado a apoyar a los emprendedores.
En términos electorales, no afectaría a la diferencia en intención de voto entre los partidos y, sin embargo, contribuiría a paliar la pobre percepción que de los políticos tenemos los ciudadanos, que hemos pasado de la indignación a la resignación. Ya hemos catalogado a la política como problema. Al paso que vamos, acabaremos votando a nuestra Selección nacional de fútbol.
Carlos de Benito, director Nebrija BS. Vicepresidente Aedipe Centro.
