Poco a poco se desenreda la madeja que en los últimos meses trae de cabeza a Telefónica y PT. Parece que el grupo español podría tener más cercana la posibilidad de hacer suya la mitad de Vivo que le falta. Para lograr su objetivo, la multinacional que preside César Alierta debe cruzar los dedos para que la compañía portuguesa formalice su entrada en el capital de Oi, operadora brasileña con la que PT mantiene vínculos documentales.
Lo malo de este culebrón es que no basta el acuerdo entre empresas: hace falta que el Gobierno portugués deje de poner palos en las ruedas de una compraventa que cuenta con el respaldo mayoritario de los accionistas de PT. El primer ministro luso, José Sócrates, tendrá la última palabra en una operación estrictamente empresarial, lo que dice muy poco en favor del Ejecutivo del país vecino. Salvado el escollo político, PT busca una salida airosa en Brasil, mercado prometedor donde los haya en el que quiere permanecer. Pretende alcanzar entre el 30 y el 40 por ciento de Oi, un porcentaje ambicioso que posiblemente será objeto de negociación en los próximos días.
En cuanto el grupo luso se asegure un nuevo acomodo en Brasil, Telefónica tendrá la vía despejada para hacerse con el 50 por ciento de Brasilcel, sociedad que controla Vivo. Los mercados han celebrado la reciente disposición de PT para buscar una salida negociada al conflicto.
Mientras, Telefónica espera una llamada a su puerta para volver a sentarse y culminar una ofensiva que sería el mejor regalo para Alierta en su décimo cumpleaños en la compañía. La buena voluntad de las partes, Gobierno luso incluido, puede poner la guinda a una década de éxito.