Ayer se aprobó el techo de gasto para 2011, de 122.256 millones de euros. Implica un recorte del 7,7 por ciento respecto al inicial de 2010, pero el tijeretazo se torna insuficiente para la obligación impuesta al Gobierno desde Bruselas de reconducir el déficit desde el 11,4 hasta el 3 por ciento antes de 2013, dada la cruda realidad de la coyuntura.
Para lo que sí ha servido, de nuevo, la votación de este tope es para resucitar los habituales cambalaches políticos que acompañan a los presupuestos, el río revuelto del que sacan tajada habitual los nacionalistas.
El voto en contra del PNV fue la reacción a no conseguir pactar las transferencias que pretendía. Sería un duro golpe para el Gobierno no sacar adelante las cuentas de 2011. Pasen y vean los trapicheos de aquí a septiembre...