Opinión

Editorial: Santander también marca fuera

Alemania está a punto de descubrir que no sólo somos una potencia en el fútbol. El Santander anunció ayer la compra de la filial germana del Skandinaviska Enskilda Banken (SEB) por 555 millones. Esta adquisición bien podría ser la jugada maestra de Botín para empezar a trasladar su dominio de la banca comercial al territorio tudesco.

La entidad española ya es líder en el mercado alemán de financiación del consumo; sin embargo, carece allí de la imagen de marca y la ficha bancaria para poder desarrollar su brazo armado de banca minorista. Gracias a la fusión de su negocio de crédito y el del SEB, el Santander se erige en el sexto banco del país. Pero no queda ahí la cosa. El sistema financiero alemán está debilitado y presenta, por tanto, buenas oportunidades para realizar compras, de modo que la red de sucursales podría extenderse aún más. La expertise del Santander para vender productos y utilizar sus avanzados programas haría el resto. Una vez ha completado su expansión en Reino Unido con la operación casi hecha de oficinas de RBS, Botín busca diversificarse aún más ganando peso en Alemania, uno de los mayores mercados.

Y atención, germanos: allá donde va, el Santander intenta convertirse en uno de los líderes para aprovechar la fuerza del tamaño. Lo que, además, le daría influencia en un país donde nuestra inversión ha sido escasa y resulta muy difícil que se escuche a una compañía española. Si parte de nuestro problema en los mercados proviene de la mala imagen, de esta forma el Santander podría influir en un lugar hasta ahora hostil a España. Más allá del fútbol, Merkel pronto va a oír que hay bancos españoles con mucha puntería.

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