Aunque parezca increíble, dicen que es más famoso Paul, el pulpo alemán que adivina el resultado de los partidos del Mundial de Futbol, que el pichichi de la selección -Villa-. Es lo que tiene un país dispuesto a contentarse con una imagen, la que sea, siempre que sea de última hora, y si tiene que ver con el fútbol, pues mejor.
Asegura Jesús Ribasés que cuando el ministro Miguel Sebastián argumenta en la misma frase "que hay que hacer al pulpo héroe nacional y revisar el PIB español porque vamos a ganar el Mundial", es porque lo ha leído en un informe holandés que se llama algo así como socioeconomics.
En éste se argumenta cómo si un país gana el Mundial de fútbol, el PIB crece en 7 décimas, y si quedas el segundo, el PIB se retrae 3 décimas. Ambas cosas sobre la previsión oficial estimada. Más pasmoso que el informe lo es aún que el ministro lo crea a pies juntillas y lo diga. Indica, claramente, el nivel de los que nos gobiernan. Más allá de la triste anécdota, lo cierto es que la Selección española, con la columna vertebral del Barcelona, está haciendo España. Y esto sí que es una noticia. Yo soy de las que piensa que la crisis económica tan grave que sufrimos hará superar "barreras internas" en base a una mayor competitividad y productividad del país.
Montilla se queda solo con los liberados de turno este sábado en una manifestación absurda, cuando muchos en Cataluña tienen la bandera de España en su balcón y en el corazón. Los catalanes, como el resto, sólo queremos trabajar, vivir mejor, pagar menos impuestos, que nuestros hijos convivan en paz. Queremos que gane Rafa Nadal, Fernando Alonso y cualquiera de nuestras selecciones. Queremos tener buenos empresarios, grandes multinacionales, hospitales que funcionen, trabajadores de lo público contentos e incentivados. Queremos una sociedad abierta y libre. No queremos pulpos héroes nacionales, queremos comer pulpo y poder pagarlo. A ser posible celebrando victorias entre todos y con todos.
Pilar G. de la Granja, directora del programa 'El Balance' en Intereconomía.
