La efervescencia política que siguió a la Revolución de los claveles (25 de abril de 1974) dio a luz en Portugal a extravagantes criaturas, y entre ellas recuerdo a un joven cetrino de aspecto marginal que dirigía un grupúsculo comunista.
Representado en múltiples carteles tintados de rojo, se le presentaba de esta guisa: ?ArnaldoMatos, el gran dirigente y educador del pueblo portugués?.Toda aquella marea desapareció como el humo empujado por el viento? aunque uno de los militantes de aquel grupúsculo cuya sigla confundo preside hoy la CE.
Para el cargo de ?educador del pueblo y de la juventud? abundan siempre los candidatos? y casi siempre tienen los pies de barro, pero mientras están en el machito nadie se atreve, como el niño del cuento, a decirles a la cara: ?¡El rey está desnudo!?.
Viene esto al caso de una conjunción galaxial preparada desde hace meses en la que habían de encontrarse dos astros refulgentes, dos ídolos: uno proveniente de la Literatura (Saramago) y otro de la judicatura (Garzón). El 1 de julio en Lanzarote, el fallecimiento del primero 13 días antes de la fecha impidió que se produjera la catarata de bombos mutuos ?en vivo y en directo?, pero el juez no desaprovechó la ocasión para derramar sus elogios fúnebres hacia Saramago. He aquí alguno: ?Ciudadano del mundo, luchador de las causas justas, implacable ante el poder?.
Claro que la viuda del escritor tampoco anduvo ayuna de ellos:? El juez que no baja la cabeza, quien ha oído los gritos del mundo y no se encoge de hombros?,dijo de Garzón. Poco antes de morir, Saramago había salido al quite del juez Campeador,
asegurando que ?el destino de Garzón está en las manos del pueblo español y no en las de los malos jueces?. No sé si los jueces que le sentarán en el banquillo y lo juzgarán por tres procedimientos penales distintos en el TS son buenos o malos, pero su exoneración penal o sucondena, por suerte para la democracia, dependerá de las pruebas y no de un plebiscito.
¿Qué izquierda española es ésa que tiene en sus altares aun comunista portugués y a un justiciero universalque nunca ha sentido el menor respeto hacia las leyes?
Joaquín Leguina, estadístico.