La recuperación se pone en duda. La gran mayoría de los expertos ya pronosticaba que el repunte de la actividad se daría en forma de V en los países emergentes; en U en Estados Unidos; y una triste L para Europa.
Pero otra posibilidad comienza a cobrar cada vez más fuerza en el discurso de los economistas: la de que haya una recaída, la llamada W o double-dip. En la Gran Depresión también sucedió, sólo que entonces se vio interrumpida por el comienzo de la Segunda Guerra Mundial.
Ahora, algunos gurús apuntan a que si se resta toda la munición pública inyectada a la economía estadounidense, se ve que la actividad privada continúa en estado catatónico, y el margen de Washington para seguir dopando se agota incluso contando con el dólar.
Y China podría acusar que EEUU no consuma. Si a esto se añade que Europa se está viendo obligada a iniciar la senda de los ajustes para poder sostener su Estado del Bienestar, entonces la posibilidad de que el viejo continente arrastre a los demás se acentúa.
E incluso todo empeoraría aún más si se precipita una reedición de los problemas en Europa. El temor es que el mayor socio comercial de EEUU afronte insolvencias en el sector financiero. Alemania podría costearlas, pero otros como España experimentarían a estas alturas muchas dificultades, tras haber desperdiciado sus esfuerzos fiscales.
Se ha dado una sucesión de crisis, desde la financiera a la real y luego la fiscal, que han ido solapándose. Se crean nuevos problemas sin cerrarse los anteriores. Y ya es demasiado tarde para dejar caer entidades librándose de los activos tóxicos. En cualquier caso, el camino por delante son años de purga de esa deuda.