Opinión

Editorial: Hay un peligro real de impago

El horizonte se ennegrece y los expertos ya contemplan el escenario de un impago en España. Ha llegado la hora de la verdad, y el Gobierno se lo juega todo a una carta: la de abordar unas reformas serias, profundas y duraderas. Hay desconfianza de los mercados sobre todo lo que huele a España, se avecinan vencimientos de deuda y un proceso de fuga de capitales.

En una economía que no crece, el cóctel es nefasto y puede desembocar en un impago. Una tesitura que se soslayaría a través del salvamento europeo para países en dificultades o el paso previo de una reestructuración de la deuda, con el daño adicional a la imagen de España. Las necesidades de financiación son elevadas a corto plazo y gran parte de nuestra deuda está en manos extranjeras, lo que significa que necesitamos que nos refinancien desde fuera cuando nuestra capacidad para crecer y pagar está cada vez más en tela de juicio.

La situación conduce a una espiral de peticiones de intereses más altos coincidentes con una fase de ajuste, lo que deprime el crecimiento, necesario para ir pagando. Si el pánico se extiende, podríamos ver cercenado el crédito. Los mercados van más rápido que las medidas del Gobierno español para contener la dañada coyuntura. Tiemblan no sólo ante las vapuleadas cuentas públicas, también ante el voluminoso endeudamiento privado.

A la luz de la reciente gestión de la crisis por parte del Ejecutivo, da la sensación de que hará lo justo para satisfacer a los mercados. No más. No se atisba voluntad de acometer los cambios de calado que garantizarían una sólida senda de crecimiento futuro y ahuyentarían el riesgo de impago.

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