Opinión

Fernando Fernández: Desequilibrios globales

La economía internacional está intentando salir de la crisis repitiendo algunos de los mismos errores que la precipitaron. En concreto, recurriendo al consumidor americano y suministrando crédito barato por doquier, ahora a los gobiernos mediante los bancos centrales. El dólar se está apreciando significativamente contra el euro mientras que el yuan chino no muestra signo alguno de movimiento. El déficit comercial americano sigue creciendo (40.850 millones de dólares en mayo) mientras engorda el superávit chino (19.530 millones de dólares) acompañado de un fuerte crecimiento del crédito interno, 21,5 por ciento. No es una solución sostenible y está provocando una nueva ronda de peticiones de apreciación del yuan o amenazas de imposición de medidas proteccionistas. La expansión monetaria y fiscal en Estados Unidos está siendo neutralizada por la apreciación de la divisa, lo que provoca una recuperación doméstica basada en el consumo que puede resultar artificial e insostenible.

En Europa pasa lo mismo, aunque no sea tan fácil de ver, porque la Unión Monetaria impide los movimientos del tipo de cambio nominal, pero no los reales ni los desequilibrios de balanza de pagos. Éstos no han desaparecido y su persistencia está detrás de las críticas formuladas a la canciller Merkel por su paquete de ajuste fiscal. La opinión dominante en Europa es que Alemania debería gastar más y así contribuir a la recuperación de la Unión. En una vuelta al viejo proteccionismo, estamos a un paso de pedirle, como se impuso a Japón en los ochenta, por cierto, y luego ya sabemos lo que pasó, que ponga en marcha restricciones voluntarias a la exportación. Como son demasiado competitivos y ahorradores nos crean un problema y lo mejor es que se pongan a gastar y dejen de trabajar tanto y tan bien. Da igual que anden preocupados con el envejecimiento de su población, con la salud de su sistema financiero y su necesaria recapitalización, con la deriva insostenible del gasto fiscal en el Estado de Bienestar europeo. Son unos insolidarios y deberían gastar más, se entiende que en productos europeos porque si no tendríamos un doble problema. Da igual que la idea de la Unión Monetaria fuera convertirnos a todos en alemanes, la convergencia hacia los mejores, no hacia la media. Por eso aceptaron renunciar al marco, pero ahora les tenemos atrapados y tendrán que elegir entre gastar o rescatarnos. Nadie cree que puedan romper la baraja, a pesar de que han modificado la Constitución para establecer una restricción presupuestaria verdaderamente dura y tienen la manía de cumplir las leyes. No es casualidad que el FT Deutschland publique que se está discutiendo activar el programa de rescate de España.

Merkel ha obrado con prudencia, inteligencia y lealtad a las normas establecidas. Achica el tamaño del Estado y corta todo el gasto público, incluido el gasto social y las transferencias a empresas, menos educación e investigación. Sube impuestos indirectos pero no toca la renta de personas físicas ni de sociedades, porque está cansada del keynesianismo naif que critica Jeffrey Sachs. Claro que tendrá un efecto inmediato recesivo, porque le preocupa pagar las deudas y no dejar hipotecas excesivas a generaciones futuras. Prefiere ahorrar más y pagar que tener que reestructurar la deuda o sufrir los efectos redistributivos perversos de una fuerte inflación. Algunos lo llaman fundamentalismo, yo prefiero llamarle responsabilidad.

Fernando Fernández, IE Business School.

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