Opinión

Juan Ignacio Sanz Caballero: Una caja en el confesionario

Vaya por delante que sólo la normalidad con la que ha continuado operando CajaSur después de la intervención del Banco de España es lo que permite jugar con el título de este artículo sin que nadie pretenda hacer leña del árbol caído este fin de semana en el panorama financiero español.

Y es que, como todos ustedes conocen sobradamente ya, el pasado viernes por la noche, cuando media España estaba viendo programas del corazón por la televisión, el Banco de España tomó la decisión de intervenir finalmente CajaSur.

Muchos dicen que dicha actuación se produjo con nocturnidad; yo creo que no y, en todo caso, el personal anda más despierto el viernes por la noche que no el domingo por la tarde, como ocurrió con Caja Castilla-La Mancha en la anterior ocasión.

Por lo demás, yo no creo que las cosas que pasan en viernes lo sean por casualidad, que ahí tienen todos ustedes las conferencias de prensa tras el Consejo de Ministros coincidiendo con la terminación de la semana laboral. Que las noticias son menos malas cuando se escuchan en el transistor camino del merecido descanso sabatino y dominical. Y el lunes, pues Dios dirá. Y a otro cantar.

En todo caso, ya sea porque las pérdidas de la caja de ahorros andaluza son tan millonarias como las que dicen que son, ya sea porque la intervención se ha tomado para evitar un escenario futuro de la entidad mucho peor, lo cierto es que el desembarco del Banco de España no se ha querido que tuviera que aplazarse a un momento ulterior.

Hasta el punto de que quien ahora está en el confesionario, pero en el confesionario del supervisor, es la caja andaluza y, a la cabeza, todo su órgano de administración. El futuro es ciertamente incierto. Pero como no hay mal que por bien no venga, previo saneamiento del Frob, la realidad es que CajaSur acabará saliendo a pública subasta, ya sea a trozos, ya sea en su totalidad, para que pujen por ella todos los interesados en su adquisición. Lo cual es motivo de alegría y digno de mencionarse, por los motivos que les paso a exponer a continuación.

Sí a la intervención

En primer lugar, pues es la mejor garantía de la futura recuperación de los fondos de procedencia estatal. Y es que uno, que sólo cree lo que ve, en otros casos ve a la clase política asegurando de aquí a cinco años la devolución de unos fondos tan caros como los del Frob y, créanme, que no se lo acaba de creer.

En segundo lugar, porque la proyectada fusión inicial con una tercera entidad nunca se supo si era fruto del libre consentimiento y la mutua voluntad. Y es que había terceros, distintos incluso a los que iban a emparentar, con más intereses que ellos mismos en la unión conyugal. Ahora, en cambio, la decisión la tendrá el color del dinero que se ponga en el cestillo del fondo para la ordenación bancaria nacional.

En tercer lugar, porque digamos lo que digamos, nadie más que los directamente involucrados conocen con certeza los motivos de la separación. Todo lo demás es pura especulación. No obstante ello, que los directivos y administradores de CajaSur puedan tener que purgar los pecados y faltas que hayan podido cometer por gula crediticia, no decimos que no. Aunque si esos pecados han dejado de tener carácter venial y han pasado a ser de gravedad próxima a la mortal, seguro que también es debido al excesivo tiempo que se ha dejado pasar. Pues hace ya un año que el nombre de la entidad andaba de boca en boca por todos los mentideros de la capital.

En fin, que uno mira primero las cuentas de CajaSur y ciertamente se aprecia a primera vista que están muy mal; pero mira en segundo lugar su impacto en el sector financiero y cree que no son el problema nuclear; y, finalmente y en tercer lugar, mira el drama del desempleo y del déficit público patrio y no sabe quién es el que más grave pecado ha cometido para estar como estamos en la situación actual.

Suerte la de algunos, que sólo para el caso de las entidades de crédito es para el que el legislador ha previsto un mecanismo como el de la intervención del órgano de administración. En fin, y nunca mejor dicho, que en la situación actual no padezcan, que Dios proveerá.

Juan Ignacio Sanz Caballero, profesor de Banca y Mercado de Valores. Facultad de Derecho de ESADE.

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