Opinión

Javier Nart: Correa tiene correa

Las independencias americanas no fueron sino la sustitución de las élites europeas por la oligarquía local. Un asunto de familia donde, como diría el Príncipe de Lampedusa, "todo cambió para que todo fuera igual".

No nos engañemos, más allá de tercermundismos victimistas, la razón del subdesarrollo sudamericano se encuentra en la ciega y anacrónica rapacidad de una impresentable aristocracia incapaz de modernizar sus países.

Pero la solución no se encuentra en la actual fauna de líderes iberoamericanos que han hundido el sueño de la necesaria renovación, regeneración nacional social, en acabar con la muy corrupta estructura del poder de aquellas repúblicas hermanas.

Así que cuando nos encontramos con un presidente como el ecuatoriano Correa , mi escepticismo deja un margen al optimismo.

Para Correa el peligro no es la derecha sino "el izquierdismo infantil del todo o nada, el ecologismo infantil" que renuncia a las riquezas naturales "para que vivan bien los animales y las plantas y nos muramos de hambre el resto. Que el problema de los indígenas es la pobreza no el mantenerlos en un estado primitivo para respetar su cultura".

Y nos lanza una denuncia que suena como un cañonazo. Una subversiva verdad: "En España hay un sistema de crédito criminal porque cuando se le quita la casa a alguien (por impago hipotecario) su deuda no se extingue. Es un abuso hacer recaer en el ser humano el riesgo cuando debería hacerse sobre el capital. Es la muestra más clara de la supremacía del capital sobre las personas".

Correa lo conoce por experiencia: es el caso de miles de compatriotas que acudieron al espejismo de la compra de pisos sobre-hipotecados por esos bancos que ahora les despojan de casa y sueldo.

Correa , desde su lejano Ecuador, ha dado en la diana. Tanto de los mitos de su impresentable izquierda, como de los hechos de nuestro capitalismo feroz.

Javier Nart, abogado.

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