Opinión

Joaquín Leguina: Cameron, 'el triunfador'

Los conservadores británicos gastaron en la última campaña electoral diez veces más que los laboristas, multiplicando por cien lo gastado por Nick Clegg y su hueste liberal-demócrata. Pero el apoyo mediático recibido por Cameron fue aún más apabullante.

A su favor se posicionaron -como siempre- el Daily Mail (2.000.000 de tirada diaria), el Daily Telegraph (700.000) y el Daily Express (200.000); pero también consiguió los apoyos de otros periódicos que en las últimas generales habían apostado a favor de Tony Blair: The Mirror (1.200.000), The Guardian (300.000) y The Independent (200.000)? y, sobre todo, The Sun (3.000.000 de tirada incluyendo el dominical News of the World).

Además, Cameron nombró como su jefe de prensa a Andy Coulson, que había dirigido hasta la víspera, precisamente, el citado dominical de The Sun. El magnate Robert Murdoch, dueño de The Sun, The Times y Sky Television, estuvo, claro está, detrás de este despliegue de la armada mediática que dejó a los laboristas con el solo apoyo de The Mirror (1.200.000).

Pese a tanto impulso financiero-mediático, Cameron obtuvo unos resultados decepcionantes, una victoria pírrica que le ha obligado a pactar con Clegg, a quien los esbirros de Murdoch pusieron durante la campaña literalmente a parir.

Los tres contendientes, Cameron, Brown y Clegg, han recibido un buen varapalo en las urnas: Cameron gana, pero no llega a la mayoría, Clegg ve retroceder el número de escaños de su grupo y Brown, tras muchos años, apea del Gobierno a los laboristas. Tres hombres y tres derrotas.

Y ahora viene lo bueno: en los mentideros londinenses se habla de que Clegg, vicepremier, exigirá la cabeza de Murdoch. Y basta leer The Observer para ver los argumentos: en efecto, ya hay mucha gente con peso en Gran Bretaña que está preguntándose cómo es posible depositar tan exagerada influencia política en un australiano nacionalizado norteamericano que, además, no paga impuestos en Reino Unido. Sería hermoso ver, al fin, a un demagogo como Murdoch pagando los platos rotos.

Joaquín Leguina, estadístico.
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