Opinión

Editorial: El 'delito' de ser rico

El presidente del Gobierno anunció ayer que prepara una subida de impuestos para "los que realmente tienen más", un eufemismo para designar a los ricos. Vende así Zapatero un supuesto contrapeso a su impopular recorte de gasto público, acometido tarde y tras desoír múltiples avisos. En la pretensión de ayudar a digerir política y públicamente el ajuste más doloroso de la democracia, adopta el presidente la pose del Robin Hood que redistribuye los bienes de los ricos para los protección de los pobres. Pero la realidad es muy otra. Las alzas tributarias con miras en las rentas más altas recaen, al final, en las clases medias y medias altas. Sólo unos 700.000 contribuyentes de los alrededor de 18 millones rebasan los 60.000 euros de ingresos, con lo cual la medida tiene una cuestionable efectividad desde el punto de vista recaudatorio. Amén de que su efectiva puesta en marcha requiere del transcurso de al mínimo un año y lo que menos sobra a nuestro déficit es eso, tiempo. Por otra parte, los grandes capitales tributan bajo la figura de las sicav, al 1 por ciento y disfrutan de la mayor movilidad geográfica posible en cuanto huelen alzas fiscales. Sería echar leña al fuego del ya incipiente proceso de fuga de capitales. Pero lo peor de todo es que con este anuncio el Gobierno viste a la generación de actividad, riqueza y empleo con los ropajes del delito de ser rico. No hace sino desincentivar la prosperidad bajo un discurso oportunista que pretende neutralizar el rechazo social al reciente tijeretazo. Para dinamizar la economía hay que bajar el Impuesto de Sociedades y las cargas al empleador. Eso sí atrae capital, e inversión productiva.

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