El mercado energético tiembla. Por un lado, el gas ve que pierde cuota. Por otro, las renovables pueden quedarse sin parte de sus primas. Los movimientos han empezado. Y el árbitro es un Gobierno que juega a aprendiz de brujo.
Ya se equivocó con el control de la fotovoltaica y, luego, buscó atajarlo con efecto retroactivo. Y eso ha causado gran inseguridad jurídica para la inversión. Debió castigar los desmanes, pero no reaccionar contra un sector entero.
Ahora, Industria se plantea suprimir el pool y establecer tarifas fijas para las renovables. Se vuelve al modelo ya superado del 98. Fundamentalmente, gas y renovables deben dialogar para lograr un equilibrio que no suponga un sobrecoste insoportable. Se deben reducir las primas conforme caen los costes, pero no se pueden forzar rebajas amenazando con bombas.