Opinión

Juan Pablo Cardenal: China se retrata en el caso Rio Tinto

Si China fuera un país normal, la decisión de Pekín de empapelar a los directivos corruptos de Rio Tinto sería irreprochable. Pero como no lo es, del régimen chino es preciso sospechar siempre.

Asombra una sentencia tan severa considerando que en el mundo chino de los negocios la corrupción es una auténtica lacra. Luego está el factor temporal: casualidad o no, cazaron a los directivos poco después de que Rio Tinto tirara atrás, a última hora, la venta de un paquete accionarial de control a Chinalco.

Entonces pareció una represalia; y, en medio de la opacidad habitual del sistema judicial comunista, lo parece también ahora. Pero el caso no es sólo la reacción a una traición. El trasfondo es otro: una China arrogante y extasiada de éxito ha endurecido sus posiciones y discurso. Por tanto, aviso a navegantes extranjeros: la puerta sigue abierta, pero detrás de ésta, Pekín está levantando un muro. Prólogo, quizás, a lo que nos viene encima.

Juan Pablo Cardenal, corresponsal en Asia de elEconomista.

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