Opinión

Javier Nart: A más competencias, menos competencia

El caos que sufrió Cataluña la semana pasada dejó con el culo al aire al ¿Gobierno? de la Generalidad.

Siendo evidente que se preveía una situación de alto riesgo, nuestros responsables-irresponsables políticos se fueron de excursión: el consejero de Interior, señor Saura, a resolver los destinos históricos de la patria impartiendo doctrina en una conferencia sobre la reforma estatutaria en Mallorca, en lugar de ocuparse de las cuitas de la chusma catalana.

Y el señor Mora, capitoste de los servicios de emergencia (bomberos, ambulancias y auxilios, puesta en marcha del sistema eléctrico, etc.), ¡¡se marchó a dormir a Manresa, quedando bloqueado por la tormenta en el tren que de vuelta le traía a Barcelona!!

He clamado contra la fragilidad de nuestra sociedad, que exige la excelencia permanente, que no admite los contratiempos. Es cierto que cuando nieva con la intensidad que sufrimos en Cataluña sea inevitable que se cierren carreteras, que se afecte el suministro eléctrico. Pero lo que es inadmisible es que queden bloqueados los hospitales principales, y que incluso los accesos a la ciudad de Barcelona se conviertan en un trasunto de la estepa siberiana.

Al señor Mora y al señor Saura, si trabajaran en una empresa privada y tuvieran que justificar su sueldo, los hubieran puesto en la puñetera calle por su magnífica incompetencia.

Dado que nuestra casta política lleva años ensimismada en la adquisición y preservación de nuevas competencias, el Estatut, la pregunta surge inevitable: si con las competencias que tienen son tan espléndidamente incompetentes, ¿qué será de nosotros cuando su ineficacia pueda proyectarse sobre mayores capacidades y responsabilidades?

Si ya les viene ancho un utilitario, que Dios nos coja confesadísimos cuando les den un fórmula 1. Confesados y comulgados. Y con la extremaunción por si acaso.

Javier Nart, abogado.

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