Las cajas de ahorros han presentado unas pérdidas de más de 900 millones de euros en el cuarto trimestre de 2009. Más allá de la evidencia de que estos números rojos son resultado de las dificultades del sector, por la crisis financiera y los problemas específicos de la economía española, es obligado distinguir entre entidades.
La prioridad principal de las cajas al cerrar el año ha sido la de proteger al máximo la cuenta de resultados ante el nefasto panorama que se pronostica para 2010.
La retirada de liquidez barata por parte del Banco Central Europeo, la segunda oleada de suspensiones entre inmobiliarias, la incertidumbre sobre la evolución de la morosidad de particulares y la previsible caída de ingresos aconsejaban destinar una cantidad récord a provisiones.
Con este objetivo contable, algunas cajas, aunque con pérdidas estancas en el último trimestre, quedan protegidas para los próximos meses, mientras que otras, con la mayor parte de las provisiones genéricas consumidas, poca cartera industrial de la que desprenderse en caso de apuro y una rentabilidad decreciente, se quedan expuestas a presentar mayores pérdidas a medida que avance 2010. Especialmente preocupante es el caso de Cajasur, que casi duplica los números rojos de la intervenida CCM.
En definitiva, el dato es una muestra más de la necesidad de abordar con urgencia la reestructuración de las cajas, antes de un deterioro más profundo. También es preciso desterrar las dudas sobre el conjunto del sistema financiero, algo por lo que claman los bancos y, sobre todo, las cajas que sí han hecho los deberes.