Opinión

Fernando Fernández: Inquietud creciente

Semana rara. Las noticias han sido más políticas que económicas, pero han incidido negativamente en las expectativas de los inversores. Parece claro que los mercados financieros no terminan de fiarse de Grecia, de donde han llegado noticias preocupantes sobre la solvencia técnica y la viabilidad política de su plan de ajuste. Noticias que han contagiado al euro, al diferencial de la deuda y a la bolsa española, castigando particularmente al sector financiero y a las empresas más endeudadas. Se sigue hablando de un posible rescate, pero la presión sobre los activos españoles continúa. Sobre todo, si el Gobierno sigue jugando a desdecirse permanentemente.

La actualidad española ha estado dominada por la manifestación sindical y la primera reunión del posible pacto de Estado contra la crisis. La primera ha servido para que el presidente se desdiga de su compromiso con Bruselas de elevar la edad de jubilación. La segunda, para que la vicepresidenta Salgado corrija a su segundo secretario de Estado y niegue cualquier posible congelación salarial de los funcionarios. Este Gobierno es un chollo para los periodistas y debe ser una cruz para sus colaboradores, pero no inspira credibilidad alguna a los agentes económicos. Se confirma la idea de que dice a cada uno lo que quiere oír. El problema es que sus interlocutores no están aislados, hablan entre sí y se leen mutuamente.

Los sindicatos han hecho valer su fuerza, escasa, vive Dios, pero suficiente. Ahora ya sabemos qué futuro le puede esperar a la reforma laboral y al plan de ajuste del gasto público. Los mercados, esos paranoicos desagradecidos, también. Seguiremos con un mercado laboral ineficiente y tremendamente injusto que expulsa a los jóvenes y a los inmigrantes, pero ésos son colectivos que los sindicatos están gustosamente dispuestos a sacrificar por defender sus privilegios. Además, el gasto se desbordó nuevamente en diciembre y el saldo final del Gobierno central ha sido un déficit del 9,5 por ciento del PIB, lo que, sin duda, llevará al déficit conjunto por encima del 12 por ciento el año pasado, como ya adelantamos aquí, porque no hay ninguna razón para esperar un mejor comportamiento de comunidades autónomas y ayuntamientos, cuyos datos finales son más opacos y tardíos. El Gobierno debe estar ya preparando otro viajecito para explicar la revisión a los inversores, no vaya a ser que nos confundan con Grecia y nos acusen de voluntad de engañar. Será interesante ver qué nueva promesa hacen entonces y cómo justifican el incumplimiento de las anteriores.

En cuanto al pacto, una nueva entrega por capítulos. Una foto para repartir un documento que es una lista prácticamente calcada de la Ley de Economía Sostenible y el siguiente episodio, el lunes. Zapatero sigue pensando que tenemos todo el tiempo del mundo, pero debería recordar que la incertidumbre actual no es equivalente a un cálculo matemático de la probabilidad de distintos escenarios, sino la repentina materialización de un suceso catastrófico. Y hay varios candidatos, todos ellos relacionados con los problemas de liquidez de algunas entidades financieras o con el fracaso del inminente, por inaplazable, recurso de Grecia al mercado de capitales internacional. Si eso sucede, no hay margen de maniobra ni depósito de confianza.

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