Opinión

Editorial: El largo dedo de Quintás

Juan Ramón Quintás abandona la presidencia de la Confederación Española de Cajas de Ahorros. Pero antes quiere, en contra de la tradición establecida, designar heredero. De ordinario, unas semanas antes de que el presidente abandone la CECA, la norma es que se presenten unos candidatos y se consensúe al nuevo presidente. Sin embargo, ahora Quintás quiere dejar un sucesor nombrado por él mismo, saltándose el habitual proceso de diálogo. Por si no se ha metido en un berenjenal tras otro, vuelve a la carga. Ya el balance de su gestión ha sido muy pobre. Y no sólo debido a que, durante mucho tiempo, negó los problemas del sector. Con el Ejecutivo, ha demostrado hacer gala de una escasa mano izquierda. Pese a su cargo institucional, pidió elecciones anticipadas y un gobierno de concentración. También sembró la incertidumbre chocando con el Banco de España cuando manifestó que había que aplicar el capítulo 6 del Frob, aquel que se refiere a entidades cuya viabilidad peligra. Y su relación con la Asociación Española de Bancos no ha sido la más idónea. En definitiva, su marcha debería facilitar la necesaria reestructuración del sector financiero. Respecto al hombre que quiere colocar al frente de la CECA, el presidente de Ibercaja, Amado Franco, ha demostrado ser un magnífico gestor; no está entre los implicados en fusiones; y disfruta del respeto de sus pares y el perfil discreto necesario. Sin duda, se trata de uno de los mejores candidatos que pueda aspirar al puesto. Pero no le favorece el que Quintás intente imponerlo. Sólo le restaría un respaldo muy importante en estos momentos. No necesita ni a Quintás ni a su largo dedo.

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