Opinión

Editorial: Corbacho o el precio de aceptar el destino

En 2008, Corbacho dejó su alcaldía en L'Hospitalet para mudarse a Trabajo, cartera que apellidó con Inmigración, ámbito en que su gestión le avalaba. Los equilibrios de poder socialistas le obligaban a aceptar. Por entonces se contaban algo más de dos millones de parados y la inmigración estaba en máximos. Hoy, los extranjeros, víctimas de la crisis, han dejado de ocupar titulares, cosa que sí hace el desempleo, que ya rebasa los cuatro millones. Amargo récord de Corbacho que, unido a sus desavenencias con Salgado y al rechazo a cualquier reforma estructural, le deja fuera del triunvirato llamado a sacarnos de la crisis. Un aviso de que saldrá de otros gabinetes. Corbacho se suma ahora al grupo de figuras que, después de quemarlas, Zapatero ha fagocitado, en aras de mantener intacto su escaparate mediático.

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