N ada importante o creíble en el debate. Dicho de otra manera, nada serio dentro del hemiciclo del Congreso de los Diputados. La realidad que estremece a los ciudadanos, la terrible crisis de la economía española -que según el optimismo antropológico del presidente Rodríguez Zapatero ha pasado su fase peor y se acerca ya nada menos que al umbral de la recuperación, y según los expertos profundiza y nos dará nuevos disgustos derivados de la inactividad, o lo que es incluso peor, de los bandazos incoherentes del Gobierno y de su pertinaz empeño en sustituir políticas por propaganda- sigue quedándose fuera del Congreso.
Los ciudadanos tienen motivos para una reacción airada, cuyos signos empiezan a aflorar por muchas partes, contra un Gobierno que no hace nada -o por lo menos, nada serio-, unos grupos parlamentarios que parecen afincados en un raro laissez faire, laissez passer, y una oposición que empieza a dar señales de rigor y seriedad, pero que no acaba de conseguir la necesaria movilización de la opinión pública.
Ya veremos lo que dicen los sondeos de alcance, pero esta vez será difícil no reconocer que, en medio del general desconsuelo, Rajoy ha dado pruebas de mucho mejor nivel, más capacidad, y muy superior preparación de los temas que ese extraño Rodríguez Zapatero que parece cada día menos capaz de salir de la propaganda y entrar en el terreno, que con toda evidencia le disgusta, de las razones y los argumentos.
Pero que Rajoy haya salido innegable vencedor de esta jornada parlamentaria es magro consuelo para una ciudadanía que ve la situación económica del país bloqueada en una terrible crisis con un Gobierno cuyo presidente cree, con toda evidencia, que los datos terribles de la realidad desaparecerán sencillamente con negar su existencia.
Después del debate de ayer, es inevitable el convencimiento de que vamos a peor y de que, por este mal camino, pronto no quedará otra alternativa que una auténtica rebelión civil. Ayer no hubo nada interesante ni esperanzador. El líder de la oposición, Mariano Rajoy, demostró que es un hombre serio y que sabe de lo que habla. Pero todo quedó como estaba. Ni España se merece este Gobierno, ni los ciudadanos se merecen esta agonía.
Carlos E. Rodríguez, periodista económico.