Si la sesión de control de hoy fuera un tablero de ajedrez, el pacto de Estado por la economía tendría al PP a una jugada del jaque. Mueva la ficha que mueva, se queda maniatado para futuras recriminaciones. Es, pues, un pacto envenenado. Si el Gobierno ofrece al Partido Popular tomar juntos las riendas y éste se niega, no tendrá luego argumentos para el reproche. Máxime cuando los populares han insistido en que colaborarían en pro de la recuperación. Si, por el contrario, el PP abraza la mano tendida de Zapatero, no podrá cuestionar las medidas ni los derroteros que con su connivencia siga la política económica. Mientras, el Ejecutivo sigue demorando con escenificaciones y juegos políticos su deber, el de gobernar, que le ha sido encomendado por el electorado.
