Los planes de Fomento para poner coto al poder de los controladores han sufrido un revés. La primera hornada de los llamados controladores baratos ha suspendido sus exámenes. La idea era prepararlos para que trabajen con un sistema conocido como Afi, más sencillo y que sólo vale para aeropuertos con poco tráfico, buen clima y orografía. De modo que, con este programa, se pueden emplear operarios menos cualificados.
El problema es que este proceso se ha realizado de forma poco transparente, con prisas y sin la publicidad debida. Incluso la instrucción se imparte en unos cursos privados a falta de que se apruebe la ley para homologarlos. Y ahí están las consecuencias. Ahora, Fomento tendrá que retrasar sus planes... o traer controladores low-cost del extranjero.