Agárrense los cinturones, porque nos la pegamos. La credibilidad del Gobierno, por los suelos. Los mercados lo huelen, ven más peligro cuando invierten en deuda pública española y exigen mayor rentabilidad a los títulos emitidos con nuestra garantía. Nos rebajarán el rating, no lo duden. Y ya sé que las agencias de rating no son unos angelitos. Pero la degradación nos saldrá muy cara, siendo el precio a pagar el aumento del tipo de interés al que el Estado español tendrá remunerar a los inversores que adquieran los títulos. De los presupuestos futuros habrá que dedicar un 3 por ciento del PIB a pagar intereses en lugar de construir carreteras.
Nuestros abuelos ya nos decían que donde entraban diez no podían salir once. Esta verdad de Perogrullo es aplicable a familias, empresas, estados y, por descontado, a la Seguridad Social. A no ser que aumentemos nuestra deuda.
Los límites de Maastricht para los Estados eran un déficit máximo del 3 por ciento del PIB y una deuda pública máxima del 60 por ciento del PIB. Pues bien, el déficit de 2009 se ha disparado al 11,4 por ciento. Según el Gobierno, bajará al 9,8 por ciento en 2010 y al 7,5 por ciento en 2011, aún muy lejos del tope del 3 por ciento. ¿Se imaginan lo que pasará con la deuda? Pues que subirá, claro, del 55 por ciento del PIB (afortunadamente, veníamos de años buenos) al 75 por ciento en 2012. ¿Le atemorizan estos datos? Pues son previsiones del Gobierno, así que ya se imagina dónde acabarán. Y, ¿seremos capaces de estabilizar las cuentas del Estado, la llamada consolidación fiscal? Para ello hay que aumentar ingresos, es decir, impuestos, o disminuir los gastos. Los mercados y los observadores internacionales no lo ven probable, así que el CDS de la deuda soberana española, para cubrir el riesgo de impago, ha subido a más de 150 puntos básicos, cerca de su récord histórico. No confían en que España vuelva pronto a crecimientos significativos del PIB.
Cuanto antes hablemos en serio de revisión de las pensiones -nos jubilaremos más tarde y con una pensión relativamente menor-, del mercado de trabajo -la EPA acercará el número de parados a los 5 millones- y de todas las reformas estructurales que nos hacen falta, mejor. Pero necesitamos políticos gobernando y en la oposición, sindicalistas y presidentes de las patronales que piensen en el futuro de España y no en las próximas elecciones y en sus prebendas. Yo ya he llamado al teléfono de objetos perdidos, pero allí no están. Si alguien los encuentra, que avise.
Jordi Fabregat, director del máster de Finanzas y profesor del departamento de Control y Dirección Financiera de ESADE.