
Después de la fuerte contracción económica al cambio de año, han aparecido diversos síntomas esperanzadores de que lo peor ha pasado ya: las primas de riesgo en los mercados interbancarios han disminuido, las principales bolsas han experimentado notables mejoras de las cotizaciones y los índices de confianza de las empresas y los consumidores han dejado de ser tan sombríos.
Además, se ha aliviado algo el riesgo sistémico que podrían crear quiebras bancarias parecidas a la de Lehman Brothers el septiembre pasado. En numerosos países están en marcha los inexorables planes de capitalización y reestructuración de las entidades financieras, y los trabajos para reformar el sistema financiero internacional, con el objetivo de disponer en el futuro de una regulación más eficaz y eficiente, progresan de manera adecuada.
Previsiones macroeconómicas
Las previsiones macroeconómicas de los organismos internacionales y los institutos nacionales trazan un perfil muy parecido para este ejercicio y el próximo. En 2009, habrá una notable caída del producto interior bruto a nivel global, particularmente en los países industrializados, incluida la eurozona, mientras que los grandes países emergentes asiáticos experimentarán un crecimiento económico muy ralentizado.
Para 2010, se vaticina un modesto cambio de tendencia, a mejor. El supuesto es que será entonces cuando las políticas fiscales ultraexpansivas que han lanzado los gobiernos, especialmente el fomento estatal de la obra en infraestructuras, combinadas con unas políticas monetarias de los bancos centrales que han situado los tipos de interés oficiales cerca del cero, desplegarán todo su impacto estimulante sobre la economía real.
Incertidumbre en los mercados
Pero no podemos tirar las campanas al vuelo. Los problemas en el sector financiero aún no están subsanados. La incertidumbre en los mercados sigue siendo muy elevada, máxime cuando se reclaman más políticas expansivas. El ritmo de actividad seguirá estando muy por debajo del potencial y los niveles de desempleo se mantendrán muy elevados, de dos dígitos porcentuales de la población activa en numerosos países y muy especialmente en España.
Con respecto a la eurozona, el Instituto para la Economía Mundial, de Kiel "Alemania" , prevé para el PIB de 2009 una marcada caída del -4,3 por ciento -Alemania: -6 por ciento, España: -3,4 por ciento-. El año próximo, la tasa de variación del PIB agregado de la Eerozona podría ser de un magro +0,4 por ciento, igual que en Alemania, mientras que en España el crecimiento volverá a ser negativo, aunque menos empinado -0,6 por ciento-. En ambos ejercicios, la actividad económica en la eurozona sería más baja que en Estados Unidos y que a nivel mundial.
En el pasado, una recesión económica frecuentemente ha sido superada con un fuerte incremento de la producción. La explicación era que la demanda del sector privado arrancaba rápidamente una vez que los agentes económicos habían recuperado con firmeza la confianza en que la economía tendría un rumbo positivo en el futuro.
Recesión económica
Las pruebas empíricas más contundentes sobre una rápida recuperación, que recoge la literatura especializada, conciernen a Estados Unidos y Alemania, siendo los motores la demanda de consumo de las familias y la demanda de exportación, respectivamente. Pero en el ciclo actual, las cosas son más complicadas, por tres razones: primero, la recesión actual tiene su origen en una crisis financiera e inmobiliaria sin precedentes que requiere unos ajustes estructurales de gran envergadura.
Segundo, el desplome de la economía se ha producido al unísono en todo el mundo, de modo que, a diferencia de períodos recesivos anteriores, la economía europea esta vez no se ha podido subir a un columpio coyuntural foráneo que la sacara del atolladero. Tercero, en muchas empresas la utilización de la capacidad productiva está en mínimos, lo cual no anima a invertir en nuevas fábricas y maquinaria, máxime cuando también se han endurecido las condiciones de financiación via créditos bancarios o bonos corporativos, por lo que tampoco se crea empleo, que es una condición necesaria para que aumente el consumo privado. Por consiguiente, la recuperación económica va a tardar en producirse de forma apreciable y sostenida.
Estrategias para la salida
Con independencia de los efectos estimulantes que muchos esperan de las políticas económicas - no son nada ciertos-, el gran asunto del que pronto se tendrán que ocupar las autoridades es el de configurar estrategias de salida del actual modelo de políticas, porque este modelo no es sostenible en el tiempo. La política monetaria ha vuelto a inundar el sistema con liquidez, lo que podría convertirse en fuente de inflación y de burbujas especulativas de activos financieros e inmobiliarios en el futuro, como ya ocurrió a principios de esta década de la mano de Alan Greenspan al frente de la Reserva Federal.
El reto para el BCE -y los demás bancos centrales- va a ser invertir la tendencia actual de los tipos de interés oficiales y volver a subirlos en cuanto se consolide la recuperación económica, además de esterilizar el excedente de liquidez que no se requiere para financiar inversiones, empleos y producción en la economía real.
No olvidemos: la estabilidad del nivel de precios es una condición necesaria para un crecimiento económico sostenido y con elevados niveles de empleo. Es más, como explica la teoría del crecimiento, el llamado requisito de eficiencia asignativa requiere a medio plazo unos tipos de interés en términos reales superiores a la tasa de crecimiento del potencial. Y todos queremos que esta tasa sea significativa, digamos que del 2 al 3 por ciento anual, por lo menos.
En cuanto a las políticas fiscales, la estrategia de salida debe apuntar a la consolidación de los presupuestos estatales y de la Seguridad Social, una vez que en estos tiempos de crisis se han disparado los déficit públicos mucho más allá de lo que generan los estabilizadores automáticos. No se trata sólo de cumplir con las reglas fiscales del Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la UE. La consolidación la impone impecablemente la restricción presupuestaria intertemporal, que ningún gobierno, le guste o no, puede saltarse. El pago de intereses va a apretar en los presupuestos en cuanto suban los tipos.
Dadas la expectativas racionales entre los agentes económicos, el Estado puede generar fuertes efectos de confianza si se compromete a hacer frente a los déficit con medidas eficaces. Las más apropiadas para fortalecer el crecimiento de la economía y del empleo serían las de frenar el gasto público consuntivo. Contraproducente sería subir impuestos, sobre todo aquellos que afectan a la inversión empresarial.