Hay pocas cosas tan emocionantes en el mundo de las finanzas como una OPA hostil. Ahora, si la OPA hostil es lanzada por Elon Musk, posiblemente el empresario más odiado y/o amado del mundo, y la batalla es sobre el control de la red social Twitter, el espectáculo está garantizado. Con la compra por 44.000 millones de dólares ya perfilada, la telenovela Musk-Twitter mantiene ciertos debates abiertos.
Lo que más preocupa al accionista, obviamente, es si los 54,2 dólares por acción que ofrece Elon reflejan realmente el valor de la compañía. Twitter no es precisamente una compañía que haya generado mucho valor para el accionista desde su salida a bolsa en 2013, a 26 dólares por acción. Desde el 2018 hasta la fecha, con la excepción de unos meses de auge de todos los valores tecnológicos en 2021, donde llegó a alcanzar casi los 80 dólares, la acción de Twitter se ha estado moviendo entre 30 y 40 dólares. Poniendo las cifras en perspectiva, su competidor Facebook empezó a cotizar un año antes que Twitter a 38 $ por acción. Hoy Facebook vale 5 veces aquella cifra, unos 185 dólares por acción, y eso después de haberse depreciado un 50% en lo que va de año. Los 54,2 dólares por acción que ofrece Musk representan una prima del 38% con respecto al precio del 1 de abril, cuando anunció que tenía una posición accionarial relevante en la compañía, aunque solo una prima del 18% sobre el precio del día anterior de la comunicación de la OPA.
Mi opinión personal es que la oferta de Musk es muy generosa. Twitter es una red social que ha ido perdiendo relevancia año tras año. De ser el gran competidor de Facebook hace una década, Twitter se ha visto relegado a la décima posición en redes sociales a nivel mundial, superado en audiencia por Facebook, con siete veces más audiencia, por YouTube, Instagram, WhatsApp, WeChat, TikTok, Snapchat, Telegram, y Pinterest. Twitter, que cotiza alrededor de un 10% por debajo del precio de la oferta de Musk, vale 57 veces su beneficio neto estimado para 2022, si lo comparamos con el PER 15 (2022) de Facebook. Veremos que la valoración es incluso sorprendente, considerando el paupérrimo ritmo de crecimiento de la compañía.
Otro de los debates que han quedado zanjados con el reciente acuerdo entre el consejo de Twitter y Elon Musk es la polémica sobre el uso del "poison pill." Dicha táctica fue utilizada por el consejo de Twitter para desalentar la OPA hostil de Musk, mediante la cual los accionistas con menos de un 15% de la compañía podían adquirir acciones a un precio rebajado con el fin de encarecer artificialmente la adquisición de la compañía. Si no se hubiera llegado a acuerdo, se hubiera sin duda abierto un debate ético sobre el "gobierno corporativo" y hasta qué punto deberían los miembros de un consejo de una sociedad hacer de árbitro en contra de la voluntad de los accionistas. El "poison pill" suele ser un excelente método de defensa, aunque en este caso se ha impuesto la voluntad de llegar a un acuerdo. En muchos momentos de esta breve batalla entre Musk y el consejo de Twitter no ha estado claro si el órgano de administración estaba defendiendo el precio, sus puestos de trabajo, u otros intereses legítimos por encima de los intereses de los accionistas, como los derechos de los usuarios de Twitter o de los empleados, valorando que con Musk al mando se verían perjudicados. Esto abre un debate ético más amplio sobre la subjetividad de este tipo de valoraciones y la responsabilidad del consejo frente a los accionistas, y en qué casos puede, de buena fe, favorecer los intereses de otros "stakeholders" por encima de los intereses de los accionistas.
El 25 de marzo, unos días antes de dar a conocer su posición accionarial relevante en Twitter, Musk lanzó una encuesta entre sus seguidores de Twitter haciendo la siguiente pregunta: "La libertad de expresión es esencial para el funcionamiento de la democracia, ¿crees que Twitter se adhiere rigurosamente a este principio?". Dos millones de personas participaron en la encuesta y el 70% respondieron que no creían que Twitter fomentara suficientemente la libertad de expresión.
La controversia sobre la libertad de expresión es un debate universal, sin embargo, la idea de que no se deba limitar de ninguna manera es un principio muy estadounidense, resultando mucho menos universal. La primera enmienda de la Constitución de los Estados Unidos prohíbe que el gobierno pueda restringir la expresión en función de su mensaje, sus ideas, o contenidos. La corte suprema estadounidense ha sostenido la libertad de expresión por encima de todo, en resoluciones como la favorable al National Socialist Party of America (Partido NAZI americano) contra el Ayuntamiento de Skokie. Este fallo de la Corte Suprema de 1977 concedió al partido nazi la posibilidad de realizar una marcha exponiendo banderas y uniformes con esvásticas por el pueblo de Skokie, una pequeña localidad en los suburbios de Chicago con población mayoritariamente judía de los cuales unos 7.000 habían sido prisioneros de la Segunda Guerra Mundial en los campos de concentración nazis. En Europa el debate se centra en ver hasta qué punto deberían Facebook, Twitter, Google, etc. vigilar y asumir la responsabilidad del contenido falso o injurioso que se comparte en sus redes. Sin embargo, en Estados Unidos el debate es, más bien, si deberían ejercer control y asumir responsabilidades.
La posición de Musk es que las redes sociales son la antítesis de la libertad de expresión y que su OPA sobre Twitter está, en gran parte, motivada por su interés en defender la 1ª enmienda. Algunos tenemos dudas sobre sus generosas intenciones. ¿No será que el hombre más rico del mundo simplemente quiere comprar el juguete que le permita amplificar, libremente y sin filtros, sus muy cambiantes pensamientos a sus 83 millones de seguidores?
Los 200 millones de personas que acceden a Twitter diariamente se preguntan si Twitter será mejor plataforma en manos de Elon Musk de lo que es hoy. El hombre más rico del mundo promete "defender la libertad de expresión, eliminar los spambots, y abrir el algoritmo, que empuja o frena los tweets, a que sean de código abierto" cuando se haga con el control de Twitter. No está claro si Elon Musk, con una fortuna valorada en 272.000 millones de dólares, a la vez CEO de Tesla y de SpaceX, tiene intención de liderar también Twitter cuando se haga definitivamente con el control de la red social. Twitter ya vivió la desafortunada experiencia de tener a Jack Dorsey al mando, que combinaba su liderazgo de Twitter con la posición de CEO de la fintech Square. Con esta adquisición, Musk se prepara para coliderar tres compañías, o para encontrar un nuevo primer ejecutivo para Twitter esperando que los resultados de la red social sean mejores que los que se han obtenido bajo el mandato de los últimos cuatro CEOs.