
La guerra en Ucrania alcanza los dos meses de duración y todo indica que se alargará en el tiempo. Primero por la dificultad de Rusia para lograr sus objetivos militares. Y, segundo, por la ineficacia de las sanciones que, hasta el momento, no bastan para frenar las ansias belicistas de Vladimir Putin.
La prolongación del conflicto tendrá claras consecuencias económicas al impulsar la espiral inflacionista en la eurozona durante más tiempo. Para evitarlo, Bruselas baraja ya endurecer las sanciones a Rusia con el objetivo de dejar a Moscú sin dinero suficiente para financiar sus operaciones bélicas. Algo que solo se conseguirá si Europa paraliza las importaciones de hidrocarburos rusos, especialmente el gas. Es una medida que apoya el jefe de la Diplomacia de la Unión Europea, Josep Borrell, y buena parte de los países miembros, con claras excepciones como Alemania y Hungría. También es el camino a seguir para expertos de tanto peso como el exconsejero del propio presidente Putin, Andrei Illarionov, quien asegura que "con un embargo real en este ámbito el conflicto se acabaría en uno o dos meses". A pesar de esta afirmación, resulta arriesgado conocer la capacidad real de aguante de Rusia. Pero lo que es evidente es que esta opción también implica un alto coste para la eurozona. En concreto, y según los expertos nacionales e internacionales consultados por elEconomista, el bloqueo al gas ruso restaría un 2,2% al alza del PIB europeo para este año, ahora situado en el entorno del 3%. Asimismo, Alemania, por su alta dependencia de ese hidrocarburo, podría sufrir una recesión. La UE debe decidir pronto si asume esta factura o el alto coste de la incertidumbre que la guerra genera.