
A pesar de desatarse una guerra en Europa, el EuroStoxx 50, el índice de referencia del Viejo Continente, cerró la semana con una caída moderada del 2,54%.
El rebote vivido en la jornada del viernes permite que la renta variable europea se aleje de la barrera crítica de los 3.600 puntos, tras la cual habría caídas superiores al 15%. Existen dos razones que explican la mejora del mercado. La primera está en las insuficientes sanciones de EEUU y la UE a Rusia. Los inversores han visto como positivo que no ataquen la línea de flotación de la economía rusa, las exportaciones de gas y petróleo, ya que supone un alivio de cara a la inflación o que se corten las tansacciones financieras a través de sistema Swift. La segunda causa está en que Putin parece estar dispuesto a "negociar" con Ucrania, lo que hace atisbar a los mercados que la guerra puede terminarse en pocos días. Sin embargo, esta expectativa no debe llevar al error de considerar que los problemas geopolíticos y económicos hayan terminado. Putin amenaza ahora a Suecia y Finlandia con "graves consecuencias" si se adhieren a la OTAN. Estas palabras muestran que no parece dispuesto a frenar sus ansias belicistas tras lograr situar un gobierno títere en Ucrania y menos tras la debilidad mostrada por Occidente. En este contexto, el gran peligro sería que Rusia pusiera el foco en las repúblicas bálticas de Estonia, Letonia y Lituania. Estos países pertenecen a la OTAN, lo que obligaría a los Estados miembro a defenderlos, dando lugar a un conflicto armado a gran escala de graves consecuencias. Por tanto, la guerra corta en Ucrania que atisban los mercados no debe llevar al error de considerar que riesgos como las tensiones inflacionistas o la estanflación dejen de estar vigentes a corto ó medio plazo.