La crisis de la pandemia no ha tenido un impacto negativo en las subvenciones directas que el Gobierno concede a las centrales sindicales a través de los Presupuestos Generales del Estado.
Más bien todo lo contrario, ya que esa partida ha pasado de los 8,9 millones desembolsados en 2020 hasta los 17 millones que los sindicatos percibirán este año, según consta en las Cuentas del Estado. No existe un avance comparable en las últimas dos décadas. Y tampoco es posible encontrar un ejercicio desde 2002 en el que las centrales hayan recibido una subvención tan elevada. Todo indica, por tanto, que un incremento de semejante envergadura no es para nada casual. Para empezar, supone una clara recompensa del Ejecutivo al apoyo ofrecido por los sindicatos en aspectos como la recientemente aprobada reforma laboral. Pero el mero hecho de duplicar las subvenciones en plena crisis del Covid eleva aún más las sospechas de que exista una estrategia deliberada del Ejecutivo con el único objetivo de estrechar la connivencia con los sindicatos para poder llegar a acuerdos sin contar con los empresarios. A ello apunta también la reiterada exclusión que sufre la CEOE, desde finales del año pasado, en importantes pactos que afectan al mercado laboral. Buenos ejemplos de ello han sido las dos últimas subidas del salario mínimo y el alza del 0,6% en las cotizaciones sociales. Resulta evidente que el incremento de las subvenciones es también un claro indicio de que el Gobierno quiere mantener esa alianza con las centrales en otros debates, como el que afectará a la segunda parte de la reforma de pensiones, con el claro perjuicio que para la recuperación suponen la ruptura del diálogo social y el trato de favor que reciben los sindicatos.