Opinión

Se habla del 'sueño europeo' de Sánchez, los 'chivatazos' en Cataluña y la digitalización del Congreso

Sánchez, ¿presidente de la Comisión Europea?

Cualquiera que se haya cruzado con Pedro Sánchez en algún momento de su trayectoria sabe que no debe subestimarse el alcance de sus ambiciones, ni su perseverancia para hacerlas realidad. Alguien que llega a La Moncloa apenas año y medio después de haber sido declarado un cadáver político por la cúpula de su propio partido no da puntada sin hilo cuando se trata de su futuro. Por eso, cuando ha trascendido que en su entorno comenta que su objetivo es llegar a ser presidente de la Comisión Europea, pocos lo han tomado en broma. "No le veo pasando a segunda línea, apoltronado en algún consejo y dando conferencias de vez en cuando", señalan conocidos suyos. Seguiría así la senda de figuras como Romano Prodi o José Manuel Durão Barroso, que dirigieron tanto el Ejecutivo comunitario como el de su país. Además, Sánchez defiende que el Partido Socialista Europeo, del que forma parte el PSOE, acceda a ese cargo. Además, sería el primer español que lo haría, aparte de Manuel Marín que lo ocupó de forma interina. El momento para mostrar sus cartas será la presidencia española de la UE, en la segunda mitad de 2023: seis meses intensos porque, si se cumple el calendario, coincidirán con las elecciones generales.

Fracasan los 'chivatazos' por el castellano

La Generalitat de Cataluña se ha dado de bruces con la realidad a cuenta de su "buzón" que presentó para que los 147.744 alumnos matriculados en las universidades catalanes se chivaran de los profesoras que dieran las clases en castellano. Según los datos del propio Govern solo se han registrado 55 denuncias. Es decir, un 0,04%. Un porcentaje que el Ejecutivo de Pere Aragonès intentó enterrar en la presentación del informe. Pero en los claustros celebran el dato y que los jóvenes catalanes hayan dado a los independentistas una lección tan abrumadora de seny y de respeto por algo tan básico y tan necesario para su formación como la libertad de cátedra.

El Congreso 'descongela' su digitalización

Si en la crisis financiera, las polémicas por el gasto en ordenadores para los diputados copaban portadas, hoy la situación parece haber cambiado radicalmente. El Congreso destinará 600.000 euros a modernizar unos equipos que llevaban lustros sin actualizarse. "Esto era una bomba de relojería en ciberseguridad", advierten los trabajadores de la Cámara Baja, que hasta tenían que traerse sus equipos de casa.

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