
El informe anual de ingresos fiscales publicado por la OCDE deja clara la política económica basada en alzas de impuestos que Moncloa impulsa. El documento es contundente en este aspecto al mostrar que España fue el país industrializado donde más creció el peso de la recaudación sobre el PIB en 2020.
En concreto, un incremento de 1,9 puntos, que ha empujado la presión fiscal del 34,7% a un máximo del 36,6%. Este porcentaje está aún lejos del de otros países como Dinamarca (46,5%) o Francia (45,4%), pero es tres puntos superior a la medida de la OCDE (33,5%). Pese al contundente incremento de la fiscalidad que la organización internacional muestra, lo cierto es que el porcentaje no consigue reflejar la verdadera magnitud del esfuerzo impositivo que se les está exigiendo a los españoles en la presente crisis. En primer lugar, la presión fiscal no tiene en cuenta la evolución de la renta per cápita. En segundo, más importante todavía es el hecho de que es insensible a los efectos distorsionadores de la economía sumergida. Del total de la actividad económica, el 20% no se declara en nuestro país, lo que obliga a quienes sí cumplen con sus obligaciones fiscales a realizar un sacrificio mayor.
El esfuerzo tributario de los españoles supera la media de la OCDE y la UE y es nefasto para el consumo y el empleo
Todo ello hace que, al contrario de lo que defiende el Ejecutivo, el esfuerzo tributario real de los españoles ya sea un 8% superior al promedio de la UE. Resulta evidente que las recientes subidas de impuestos del Ejecutivo, y aquéllas por las que aboga Hacienda para su futura reforma, elevarán aún más el sacrificio de empresas y ciudadanos. Un esfuerzo que será nefasto para el consumo y el empleo y que supondrá todavía más dificultades para una recuperación más lenta de lo esperado.