Opinión

Usura y tarjetas 'revolving'

Los intereses de las tarjetas 'revolving' empiezan a bajar, pero aún no lo suficiente.

Cuando muchos lean estas líneas pensarán que tal vez alguien hablando a día de hoy, en pleno siglo XXI, de usura, no puede aportarles demasiado. Seguramente, hablar de usura les hará pensar en etapas ya pasadas de la historia de la humanidad, propias de años ya casi olvidados.

Pero, lamentablemente, tengo que decirles que no. La usura sigue vigente y lo que es más dramático, normalizada en algunos productos bancarios que tienen en sus carteras muchas de esas personas que pensarán que estas líneas no van con ellos. Usura, falta de transparencia, acoso… Sí, todo eso sigue conviviendo con nosotros y lo hace bajo el nombre de tarjeta revolving.

Productos de financiación fast food que, bajo su gran atractivo de rápidos, sencillos y sin apenas papeleos, siguen llevando a miles de españoles cada año a situaciones de auténtica angustia económica.

Se estima que más de dos millones de españoles tienen, a día de hoy, una tarjeta revolving. De hecho, según el Banco de España, hasta 14.000 millones de euros se mueven en este país a través de este tipo de producto financiero. Hacer frente a un bache económico, la reforma de la casa o, por qué no, poder viajar en vacaciones les hizo optar por este tipo de financiación que, como explica el propio Banco de España, es un crédito que se renueva constantemente.

"Las cuantías de las cuotas que el titular de la tarjeta abona de forma periódica vuelven a formar parte del crédito disponible del cliente (de ahí su nombre, revolving), por lo que constituye un crédito que se renueva de manera automática a su vencimiento mensual, de tal forma que en realidad es un crédito rotativo equiparable a una línea de crédito permanente, y sobre el capital dispuesto se aplica el tipo de interés pactado", señala la entidad.

Unos intereses que superan, en la mayoría de los casos, el precio normal del dinero. Algo que ha hecho que la Ley de Usura de 1908 sea más contemporánea que nunca en nuestros días. Aplicando dicha Ley, la Justicia está hoy, en pleno año 2021, calificando de usuarios los intereses aplicados en miles de contratos de tarjetas revolving y, con ello, declarándolos nulos. Intereses que la banca, como respuesta a la avalancha de reclamaciones que está teniendo que afrontar, ha ido rebajando progresivamente para así tratar de evitar nuevos conflictos. Poco a poco, las entidades financieras se han lanzado a reducir los intereses de esta fórmula financiera. Una medida que, sin embargo, no es suficiente.

Y es que a los abusivos intereses supuestamente "pactados" con el cliente, se suma la falta de transparencia, compañera de viaje en prácticamente todas las tarjetas revolving. Contratos redactados de forma tan compleja que no es posible entender las condiciones que los van a regular; cláusulas en letra tan minúscula que no pueden leerse sin la ayuda de una lupa, como han recogido algunas sentencias; nula información sobre el plan de amortización del crédito… Todas y cada una de estas prácticas, junto a los usurarios intereses, han hecho que cada vez sean más los que deciden reclamar y acabar con la pesadilla a las que les ha llevado una tarjeta revolving. Eso explica cómo las reclamaciones tarjetas revolving se han incrementado en un 800% en los últimos dos años, según el Banco de España. Al nombre de entidades bancarias como estas que a nadie sorprenden asociadas a las tarjetas revolving es necesario añadir el de otras empresas no tan ligadas al mundo financiero y que, sin embargo, también comercializan tarjetas de ese tipo.

En definitiva, una trampa financiera que, lamentablemente, muchos llevan en su cartera incluso sin ser realmente conscientes de ello. Un ejemplo de usura, la práctica tal vez más antigua del mundo, que sigue presente en miles de hogares, en el sofisticado mundo financiero del siglo XXI.

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