El pasado año fue un ejercicio difícil para los 20 principales planes de empleo de las empresas españolas. Pese al rally en los mercados que se produjo a finales de 2020, sólo once terminaron en positivo y, de ellos, sólo cinco registraron una rentabilidad superior al 2%.
Sin duda, la crisis del Covid lo alteró todo, pero el bajo rendimiento es un problema que los planes de empleo arrastran desde hace años, mucho antes de la epidemia. De hecho, tradicionalmente son pocos los que consiguen siquiera batir a la inflación. En estas circunstancias su atractivo es escaso y se pone de manifiesto la necesidad de revisar sus estrategias de gestión, máxime ahora cuando el Gobierno quiere convertir estos vehículos en el gran motor del ahorro privado complementario para la pensión.
