Opinión

Sin techo aún para la deuda pública

María Jesús Montero, ministra de Hacienda

El endeudamiento de las Administraciones españolas se incrementó el año pasado hasta sumar el equivalente al 120% del PIB. Decir que se trata de un registro récord ya no aporta información alguna.

 El pasivo del sector público lleva un largo tiempo a merced de una preocupante tendencia alcista. Así ocurría antes de la epidemia cuando, mes tras mes, también se batían marcas históricas, y esa inercia se ha manifestado igualmente en el año en el que la comenzó la crisis. De hecho, el nivel que finalmente alcanzó la deuda en 2020 ha superado incluso la pesimista previsión del 118% que se elaboró cuando comenzaron a vislumbrarse las dimensiones que la emergencia sanitaria iba a alcanzar. Por tanto, más que mirar al pasado, urge analizar las preocupantes perspectivas que la evolución de la deuda presenta en el inmediato futuro. Los Presupuestos Generales de 2021 se elaboraron sobre la base de un avance histórico del gasto público que la evolución de los ingresos fiscales, muy debilitados aún por la crisis, será incapaz de respaldar. Es más, esas mismas Cuentas provisionaron cuantiosas partidas con cargo a las futuras ayudas europeas, con la esperanza de que empezarían a recibirse a partir de este mes. Sin embargo, la llegada efectiva de esos fondos, o su mera ratificación por los Estados miembros de la UE, es ahora imposible de prever. La única vía, por tanto, para respaldar el gasto público previsto en 2021 seguirá siendo la emisión masiva de deuda.

El pasivo batió las previsiones para el año pasado y no hay viso alguno de que se vaya a corregir su tendencia alcista

Sería un grave error creer que el pasivo puede seguir creciendo sin techo gracias a que el BCE absorbe todo ese pasivo. Esa situación puede corregirse en el medio plazo, si el resurgir de la inflación obliga al eurobanco a replantear su política de estímulos.

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