
La desigualdad económica entre países es un asunto de gran importancia, y las políticas para reducirla dependen de las teorías sobre su origen, pues atacan los factores que se identifican como causa del problema. No obstante, la diferencia de opiniones políticas o culturales hace que no exista pleno acuerdo sobre estas causas ni sobre las soluciones para reducir su impacto. La ciencia de datos abre una nueva perspectiva para el estudio de la desigualdad, al aportar un enfoque cuantitativo que no se basa en postulados ideológicos.
El comercio internacional es uno de los terrenos en los que la desigualdad económica resulta más manifiesta. La globalización prometía un futuro de fomento de los intercambios y de reducción de la brecha económica entre países, pero la realidad es que hay vencedores y vencidos, como en todos los procesos históricos. Un pequeño grupo de potencias concentra la gran mayoría del flujo de bienes y servicios. ¿Por qué se mantiene esta situación y cómo es posible cambiarla?
Un equipo de investigadores españoles, encabezado por U-tad, ha demostrado que la desigualdad puede explicarse como una consecuencia matemática de la estructura de la red de comercio. Además, es una propiedad estructural que tiende a mantenerse con independencia de los cambios en la política mundial.
La Organización Mundial del Comercio recoge estadísticas detalladas sobre el comercio de cientos de productos entre todos los países del mundo desde el año 1962. Para cada uno de estos productos se consigna el valor en dólares del intercambio entre cada posible par de países, uno como exportador y el otro como importador.
Esta enorme base de datos ha servido para llevar a cabo un estudio que describe un modelo matemático de formación de la red de comercio global. La suma de todos los flujos de un año dado se divide en pequeñas cantidades llamadas fichas, todas del mismo valor y que representan una oportunidad de comercio. La red de comercio es como un enorme tablero de ajedrez de tamaño 200x200, en el que los exportadores representan las filas y los importadores, las columnas.
Cada nueva oportunidad de comercio va a caer en ese tablero, pero no con la misma probabilidad, es como si estuviese trucado. La posibilidad de que caiga en una casilla determinada es proporcional al volumen de exportaciones del exportador, multiplicado por el volumen de importaciones del importador. Así, la casilla Alemania/China tiene muchísimas más posibilidades de atraer nuevas fichas que la casilla Honduras/Somalia.
El proceso es iterativo, y cuanto más volumen atrae una determinada casilla, más aumentan sus posibilidades de atraer otras oportunidades futuras. Este es el mecanismo que produce la desigualdad y la mantiene. Usando este modelo propuesto, se construyen redes sintéticas que tienen las mismas propiedades estadísticas que los datos registrados de la red de comercio.
Esta explicación matemática del origen de la desigualdad da pistas también sobre el limitado efecto de las políticas clásicas para reducirla. Si se rebajan de forma generalizada las barreras para el comercio, fomentando que los países con economías más débiles puedan comerciar con mayor libertad, no se consigue el efecto perseguido. Esta estrategia aumenta ligeramente la probabilidad de que un país débil pueda colocar sus mercancías, pero por el mecanismo de crecimiento proporcional al volumen, prácticamente todo el volumen que gana va a incrementar el comercio de un país poderoso. Es decir, si las posibilidades de Honduras de exportar mejoran, es mucho más probable que sus mercancías vayan a parar a Alemania que a Somalia, y con los nuevos ingresos importará bienes desde China o la Unión Europea con más probabilidad que desde África.
La red tiene una propiedad llamada fractalidad, que consiste en reproducir a distintas escalas las mismas propiedades que el conjunto. Así, la desigualdad dentro de los países de América Latina o África tiene un patrón similar al de la red mundial.
Ante esta situación, una posible solución es fomentar el comercio entre los nodos más desfavorecidos de la red; esto es, ayudar al comercio entre países Sur-Sur. Ni siquiera es necesario que una gran cantidad de flujo comercial cambie para reducir de forma sensible la desigualdad. Simulando sobre el modelo propuesto la mejora de las condiciones de comercio entre los países que suponen tan solo el 1% del comercio mundial, se puede reducir en un 10% el valor del índice de desigualdad mundial.
Este es un resultado sorprendente, porque su efecto sobre los grandes dominadores del comercio mundial es imperceptible y, sin embargo, mejora de forma sensible la posición de los más desfavorecidos. Además, esta mejora es más notable si la política de mejora no se limita a las naciones de una misma zona geográfica, por esa propiedad citada de la fractalidad.
Estas conclusiones han sido publicadas recientemente en dos artículos en las revistas 'Scientific Reports' y 'Complexity'. Sin duda, la aplicación de la ciencia de datos a sistemas tan complejos como el descrito abre el camino para la toma de decisiones basada en evidencias cuantitativas.