
La presión del mercado financiero y la cada vez más exigente regulación, unida a la crisis financiera, ha puesto de manifiesto la necesidad de asumir una filosofía de inversión basada en una mayor transparencia, una mayor presencia de valores éticos y una mejor y más amplia gestión del riesgo. Hablamos de la ISR. Una herramienta fundamental que consiste en tener en cuenta no solo la rentabilidad de una empresa, es decir, los factores económicos, si no también, otros criterios como los ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ASG), poniendo de manifiesto que la rentabilidad no está reñida con la sostenibilidad.
A lo largo de estos años ha habido un cambio de comportamiento de los distintos grupos de interés (clientes, inversores, analistas…) y una creciente necesidad de considerar a las organizaciones de una forma más holística, determinando así la actitud y las decisiones de contratar servicios y/o productos. Este cambio se ha producido por diversas razones; entre ellas, la globalización, los problemas derivados de un mal gobierno corporativo, el escrutinio social y la incidencia de riesgos no convencionales y nuevos retos a los que las empresas no se habían enfrentado antes.
Se ha puesto de manifiesto que la rentabilidad no está reñida con la sostenibilidad
Si pensamos en la ISR como un elemento fundamental que permite elegir o promover comportamientos sostenibles y responsables, es fundamental que se incorpore como un elemento más para tener en cuenta dentro de la educación financiera. Hasta ahora, la ISR se había identificado como un instrumento sofisticado que no tenía que ver con el mercado retail, el cliente o el consumidor de a pie, pero con el tiempo, hemos visto que es fundamental un cambio de comportamiento y una nueva conciencia social desde edades tempranas, para crear una forma de vida más responsable y sostenible.
Incorporar en la educación financiera un mayor conocimiento de la ISR, no es otra cosa que democratizar el conocimiento de una herramienta y una filosofía de inversión, que permite fomentar una sociedad más equitativa, justa y digna. Solo así se puede tener la opción de cambiar la conducta de las personas y entre todos, poder crear un modo de vida y un futuro más sostenible, encaminado a transformar nuestras economías, el medio ambiente y nuestras sociedades.
Si algo tengo claro a día de hoy es que la inversión responsable ya no es una tendencia, si no un argumento de peso que permite tomar decisiones con una información más completa de la organización (desempeño Ambiental, Social y de Gobernanza, ASG) y por tanto, elegir compañías más sostenibles, poniendo el foco en un mayor control sobre posibles riesgos actuales o potenciales.
Esperemos que la Educación Financiera vaya incorporando todos aquellos elementos que permitan al usuario saber invertir y compensar a aquellas empresas que se preocupan por los aspectos ASG y no sólo por las cifras económicas. De esta forma, estaremos potenciando a través de la ISR, la gestión responsable y fomentando un entorno cada vez más sostenible para todos.