Opinión

El sinsentido de castigar a los 'ricos'

La presión fiscal eleva las peticiones de residencia en Andorra

Las peticiones de residencia en Andorra por cuenta propia (que incluyen también el permiso para establecer una actividad económica) crecen a un ritmo del 60% en este año. Sin duda, en esa evolución influye el cambio en los hábitos de vida que el pasado confinamiento ha estimulado.

El deseo de salir de las grandes urbes hace que sean muchos los españoles, franceses e incluso latinoamericanos que buscan establecerse de forma permanente en este pequeño Principado. Sin embargo, entre las gestorías y consultoras andorranas reconocen que actúan otros factores, sobre todo, en el caso de los autonómos y profesionales españoles con altas retribuciones, apuntando sobre todo a cuestiones fiscales. Consideran que no es casual que en uno de los territorios inmediatamente limítrofes, Cataluña, exista uno de los impuestos sobre la renta con uno de los tipos máximos más altos de la OCDE. Es más, en plena crisis, los Presupuestos de la Generalitat volvieron a subir el gravamen para las rentas entre 90.000 y 175.000 euros y el Impuestos de Sucesiones. Pero, a escala estatal, las señales lanzadas a las rentas altas en España han sido marcadamente negativos. Durante meses, Moncloa garantizó una subida del IRPF de estos contribuyentes en los Presupuestos de 2021. Mientras, Podemos no dudó en enarbolar la necesidad de crear una tasa Covid dirigida a los patrimonios de más de un millón de euros.

Los mensajes reiterados contra los altos patrimonios estimulan su establecimiento permanente en zonas como Andorra

Y a todo ello se suman penalizaciones vigentes desde hace años como la constante subida de las bases máximas de cotización. Son todos mensajes anacrónicos dirigidos contra los llamados ricos, que los estimulan a marcharse, privando así a la economía española de su importante capacidad de inversión y de consumo.

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