Opinión

Convertir la crisis en oportunidad

Esta crisis no puede retrasar las medidas para luchar contra el calentamiento global

El impacto tan profundo que está teniendo el Covid-19 en la economía global no tiene precedentes. Sin embargo, existe una extendida convicción de que la recuperación será rápida, lo que esperamos permitirá a las empresas retomar las actividades de forma rápida y segura, allí donde lo dejaron.

Esta fase de recuperación que se abre es una oportunidad para seguir trabajando para colocar como el objetivo de construir una sociedad más verde y sostenible en el centro de los planes de reconstrucción económica.

Vincular ayudar al cumplimiento de objetivo de reducción del CO2 es adecuado

Esta crisis ha supuesto toda una llamada de atención, enseñándonos, por una parte, que muchas de las cosas que damos por sentado en nuestras vidas pueden cambiar de forma rápida y drástica y por otra, demostrándonos el tremendo poder, la capacidad de innovación y la rapidez de actuación que gobiernos, mundo académico y el sector privado tiene cuando trabajan juntos.

La gente se ha visto en la necesidad de confiar en la ciencia cuando se les pide que sigan las difíciles instrucciones establecidas por los políticos, y esta confianza debería verse trasladada también cuando se trata de seguir políticas de cambio climático basadas en datos científicos.

Sería increíble ver replicada la misma unión y liderazgo que estamos presenciando ahora con el Covid-19 a la hora de abordar el reto del cambio climático. La alternativa es seguir a aquellos que preferirían utilizar la crisis como un medio para todo lo contrario, para abandonar los esfuerzos de lucha contra el cambio climático alegando que quedará las dificultades de financiación que tendrá el sector público.

Desde el punto de vista financiero, una buena forma de ponernos en contexto y fomentar una mentalidad más carpe diem, sería pensar que muchas empresas del sector privado, especialmente de industrias intensivas en energía y que encima no proceden de fuentes renovables, van a tener que solicitar ayuda del sector público para sobrevivir a esta crisis. Esto da la oportunidad a que la ayuda del gobierno esté condicionada a la aceptación de compromisos vinculantes o contribuciones financieras alineadas con el cumplimiento de los objetivos de reducción del CO2.

Esta estrategia tendría un enorme impacto positivo para todos y podría adaptarse para cumplir con las agendas estratégicas locales, regionales y globales a medida que la economía mundial vaya recuperándose. También se presenta como una oportunidad para que los inversores y las empresas ecológicas apoyen a quienes se comprometen a fortalecer sus credenciales ecológicas.

Este enfoque tiene un doble propósito. En primer lugar, contribuye a tranquilizar a aquellos que comprensiblemente se sienten perjudicados por empresas del sector privado que se embolsan sus ganancias cuando los tiempos son buenos y que piden ayuda del sector público cuando los tiempos son malos. Por otra, permite condicionar esta ayuda a que estas compañías establezcan planes de recuperación que impulsan la economía a través de inversiones sostenibles en cadenas de suministro y empleo.

Aunque queda claro que las prioridades son apoyar a la economía mundial, volver a levantar a las empresas y crear empleo, no es el momento de dejar el cambio climático en un segundo plano. Estas prioridades pueden alinearse con la agenda climática. Se han logrado enormes avances en la transición energética en los últimos años, pero aún queda mucho por hacer y se necesita mantener el impulso.

Las lecciones que extraigamos de esta crisis y la priorización que hagamos de las oportunidades que abre esta nueva situación tanto a corto como de cara a la preparación de la COP26 del próximo año definirá, muy probablemente, el grado de éxito que nuestra generación tenga a la hora de abordar el cambio climático.

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