
¡Ojo con los expertos! si dependemos de ellos para terminar con el estado de alarma no lo haremos nunca. Así de contundente fue el portavoz del PNV, Aitor Esteban, con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Como es lógico, la comisión de sanitarios va tratar de cubrirse al máximo paro no asumir ningún riesgo, sobre todo después de los grandes errores que cometieron inicialmente. Decidieron tarde el confinamiento y volverán a decidir tarde la desescalada. Podemos encontrarnos ante una sobrerreacción que se lleve económicamente el país por delante.
Este es el dilema: como se compagina la gestión de la urgencia sanitaria y de la urgencia económica. Es como un coche que circula por una estrecha carretera llena de curvas y con un precipicio a la izquierda y otro a la derecha. El conductor tiene en sus manos el freno y la marcha y debe manejarlos con habilidad. Si no tiene confianza suficiente en sí mismo o no tiene los nervios bien templados, previsiblemente acabará estrellándose con sus acompañantes.
Esto es lo que probablemente nos esté pasando, que estamos en manos de un conductor con muy poca confianza en sí mismo y que va preguntando cada dos por tres a los pasajeros qué debe hacer. Tiene miedo a equivocarse y se está creando una coartada para cuando se produzca el accidente que presumiblemente habrá.
Tendría que haber una comisión de expertos económicos que le dijera al presidente lo que va a ocurrirnos si los comercios siguen cerrados
La comisión de expertos de Sanidad, que dirige el controvertido doctor Simón, tiene una visión unilateral de la situación. Su papel no es tener una visión de conjunto, sino de una parte de la realidad. Lógicamente no quieren correr ningún riesgo porque es mucho lo que está en juego. Paralelamente tendría que haber una comisión de expertos económicos que le dijera al presidente lo que va a ocurrirnos si los comercios, la hostelería, o el Turismo siguen cerrados. La canciller Ángel Merkel lo ha hecho y miren qué diferencia de resultados y de credibilidad.
El presidente Sánchez, después de escuchar a unos y a otros tiene que tomar sus propias decisiones. Ese es su trabajo, asumir su propia responsabilidad y no transferírsela ni a los expertos, ni a la oposición, ni a los agentes sociales. Él es quien Gobierna y quien tiene que decidir cuándo pone fin a un Estado de Alarma, que cada vez se parece más a un Estado de Excepción. No parece que tenga fácil seguir alargando el confinamiento "sine die".
Es como en la película de Christopher Guest "El experto" (1996). Blaine, un pequeño pueblo de Missouri, había puesto toda su confianza para triunfar y ser famoso, en un experto de Broadway y al final se llevaron un gran chasco.
Aún recuerdo a la comisión de expertos sanitarios creada en la primavera de 1981, por el entonces ministro del ramo, Jesús Sancho Rof. Tenían que averiguar por qué la gente se estaba muriendo misteriosamente. Después de muchísima investigación, dinero y protocolos, ayudados por todo tipo de prestigiosas instituciones españolas y extranjeras, dijeron que era un virus, una especie de legionela, de la que sabían el nombre pero no el apellido. Pero la gente moría y moría en medio de dolores terribles. Otros expertos dijeron que eran los perros, los pájaros, la fresas y los espárragos los causantes de tanto dolor.
Al final fue, un modesto pediatra del Hospital del Niño Jesús, el doctor Tabuenca, quien realizó un sencillo trabajo de campo averiguando primero lo que había comido un bebé y analizándolo después. Así fue como descubrió que no había sido ningún virus sino un veneno que habían puesto al aceite de colza para desnaturalizarlo y evitar que se desviara al consumo humano un producto importado para uso comercial. Un vulgar caso más de corrupción. Que no nos hablen de la comisión de expertos como si fuese la palabra de Dios.