
Abordar cualquier problema social exige en primer lugar conocer los datos fundamentales de ese problema. Pues en el caso de la epidemia actual, los poderes públicos se han olvidado de ese requisito y así, por ejemplo en España, no se conocen ni el número de infectados ni –lo que es más sorprendente- el número de fallecidos.
El ensayista Jesús Laínz publicó hace unos días un artículo en el cual se preguntaba: "¿Cómo es posible que en la provincia de Madrid, con seis millones y medio de habitantes, hayan muerto más personas que en toda China?".
¿Será que la higiene privada y pública de los españoles es inferior a la de los chinos? ¿Será que escupen más, se lavan menos y se tosen más los unos a los otros? ¿O será más cierto que habrá que prestar atención a las pocas voces que, saltando a duras penas la censura china, denuncian que, vista la cantidad de ataúdes y urnas funerarias que se ven por las calles los muertos reconocidos en Wuhan deberían multiplicarse al menos por veinte? Por no hablar de ese país imposible llamado Corea del Norte, cuyo paralelo 38 parece haberse demostrado infranqueable también para los virus.
No es posible que con los contagiados que hay, Alemania tenga una cifra tan baja de fallecidos
Pero los disparates estadísticos son también europeos. No es posible que en Alemania, donde se han contabilizado como infectados casi el mismo número que en Italia (concretamente el 70%), se haya producido sólo el 5% del número de fallecidos italianos.
¿De dónde salen en España los datos de "infectados"? Ese dato se podría estimar fácilmente mediante una muestra -que no tiene por qué se muy grande- a la cual se le apliquen test fiables (y no esos primeros que el Gobierno español compró en China). La verdad es que a estas alturas las clases de test y la calidad de los mismos se han ignorado en España y los datos de infectados que da el Ministerio no sirven para nada. Pero es que tampoco están contabilizados los muertos por virus en un país en el que no entierran ni incineran a nadie sin presentar "papeles". Volvamos pues a los "papeles", contabilicemos los muertos del mes equis de 2020, restemos esa cantidad de los muertos durante ese mes en 2019 y esa diferencia es una buena estimación de los muertos por causa del virus chino.
Y dado que esta situación "silenciosa" no puede prolongarse eternamente, habrá que preguntarse algunas cosas respecto al futuro, a no ser que todos los habitantes de este planeta nos pongamos de acuerdo en no salir de casa y así evitar morir del virus chino para morirnos de hambre.
Como estadístico y como ciudadano no entenderé nunca cómo no se ha estimado desde el inicio (finales de febrero) el número de infectados, especialmente los asintomáticos, sabiendo como se ha sabido que conocer esos datos mediante los test es lo que ha salvado realmente vidas en Corea del Sur y también el Véneto. En Vó, al norte de esta región italiana, hicieron el test a los 3.500 habitantes, pero antes lo habían hecho sobre una muestra pequeña. Los datos arrojaron que 58 personas estaban infectadas y asintomáticas; 10 días después sólo 19 de esas asintomáticas seguían estando infectadas. ¿Qué hicieron con ellos? Los aislaron. Resultado: En Vó sólo ha muerto una persona a causa del virus chino.