El PP acude hoy al Congreso con, por primera vez desde que se declaró la actual crisis, no apoyar todos los decretos de emergencia que el Gobierno presenta. Ese giro pierde todo efecto real si se examina cómo los populares repartirán sus votos.
Su rechazo al parón de la actividad productiva está descontado, pero no cabe esperar mucho de él, ya que la parálisis queda sin efecto la semana próxima. Además, debe recordarse que varios barones del PP abogaron por medidas semejantes en sus territorios sin ser reprendidos por Génova. En segundo lugar, era previsible también el rechazo popular al endurecimiento del despido por causas vinculadas a la epidemia. Sin embargo, el partido de Pablo Casado se conformará con abstenerse en la votación del último macrodecreto social del Gobierno. Así, permitirá que prospere una medida tan grave como la apropiación unilateral, por parte del Ejecutivo central, de los fondos para políticas activas de empleo que son competencia exclusiva de las autonomías. El PP desaprovecha la oportunidad de unirse al PNV en su rechazo a esta arbitrariedad, que daña a los territorios que los populares gobiernan. No sirve de excusa aducir que en el mismo decreto se incluyen otras medidas como las moratorias hipotecarias. El PP debería insistir en que estas ayudas se tramiten en proyecto de ley y se puedan introducir enmiendas. Lo que ocurrirá, sin embargo es que esta formación seguirá aferrada al perfil bajo que le caracteriza desde el inicio de la crisis.
Los 'populares' siguen aferrados al perfil bajo frente al Gobierno que les caracteriza desde el inicio de la crisis
Las medidas tomadas por el Gobierno exigen una labor de oposición muy diferente, no sólo por sus evidentes fallos, demoras e insuficiencias, sino sobre todo por su peligrosa deriva hacia posiciones extremistas inaceptables en una Estado de Derecho y en una economía de mercado.