Opinión

No queremos esperar más

Urge actuar contra el cambio climático

Hace ya casi dos meses, un final intenso y un resultado, como mínimo, insuficiente. El #TiempodeActuar, lema de la COP25, quedó en poco menos que "nada". Si arrancamos esta COP25 con un sentimiento de urgencia generalizado (una buena noticia que hay que celebrar), la finalizamos con un sentimiento de decepción que no debería dejarnos en la inacción.

Las declaraciones de Antònio Guterres, secretario general de la ONU, fueron un termómetro de lo que iba pasando en la Cumbre del Clima de Madrid. "El cambio climático ya no es un problema a largo plazo. El punto de no retorno ya no está en el horizonte, lo tenemos encima", aseguraba Guterres durante el primer día de la COP25 Chile-Madrid.

Ya en el ecuador de la Cumbre, el secretario general casi rogaba: "aún estamos a tiempo de que la COP25 sea muy relevante, porque las conferencias internacionales se deciden en el último momento". Y aunque no le faltaba razón, en este caso y sin la presencia de los grandes líderes mundiales en Madrid, era de esperar que la tan ansiada ambición climática por parte de los países se quedara por el camino. Ni Merkel, ni Macron estuvieron presentes en una conferencia "en suelo europeo", con una Comisión Europea que trató de dar un paso al frente con la presentación del Pacto Verde Europeo: un compromiso de reducción, en 2030, de entre un 50% y un 55% de las emisiones de gases de efecto invernadero para ser neutros en carbono en 2050.

Se debe seguir presionando para que las empresas sean neutras en carbono

Pero el fin no hizo más que dar la razón a aquellos que bautizaron este encuentro como "la Cumbre maldita". No hubo acuerdos en los puntos más relevantes como el famoso artículo 6 de mercado de bonos de carbono, crucial para seguir adelante.

La pregunta que queda en el aire después de estos dos meses es inevitable: ¿y ahora qué? Y la respuesta nos la dio, una vez más, Guterres: "Estoy decepcionado con los resultados de la COP25 porque la comunidad internacional ha perdido una oportunidad importante para mostrar una mayor ambición en mitigación, adaptación y financiamiento para enfrentar la crisis climática. Pero no debemos rendirnos, y no me rendiré".

Sin duda tenemos, como sociedad civil dos opciones: desilusionarnos, bajar los brazos y no reclamar mayor compromiso a los gobiernos y las empresas para que sean más ambiciosas frente a la emergencia climática y actúen. O seguir movilizándonos, levantarnos de nuestros sofás y presionar. Presionar para que las empresas transformen sus negocios en neutros en carbono, para que los gobiernos faciliten esa transición energética y social a nivel global que haga que la justicia climática sea una realidad. Y seguir hacia delante.

No me queda duda de que la segunda opción es la única que nos queda como sociedad civil. Porque más allá del acuerdo de mínimos al que se llegó el domingo 14 tras el esfuerzo de la presidencia Chile de la COP25 y del Ministerio de Transición Energética de España por salvar, mínimamente la Cumbre, la esperanza está en la calle: en los ciudadanos que vemos que nos estamos quedando sin tiempo para frenar y mitigar las consecuencias del cambio climático. Que lo vemos y que buscamos formas de actuar.

Esta COP25 ha mostrado que la brecha entre el adentro (comunidad política) y el afuera (comunidad científica, sociedad civil) es cada vez más. Pero ha dejado también patente que estamos en un nuevo momento de la conciencia social frente a la emergencia climática, impulsados por el ímpetu y los sueños de los más jóvenes. La Marcha por el Clima del 6 de diciembre, organizada por la Cumbre Social por el Clima, fue un claro ejemplo de ello.

Las ganas de cambio de las jóvenes ha sido la mejor noticia de la COP25 y lejos de los plenarios y de la Zona Azul, la calle ha despertado la esperanza para actuar frente a esta urgencia climática, teniendo a la ciencia como brújula que sigue mostrando evidencias de que el cambio climático que está sufriendo la Tierra desde la década de los 50 y que se ha acelerado en los últimos 40 años, tiene un impacto directo por la influencia del hombre.

El acuerdo "Chile-Madrid Tiempo de Actuar" ha cerrado la COP25 y ha sentado las bases para que en 2020 los países presenten compromisos de reducción de emisiones ambiciosos para responder a la emergencia climática. Y los gobiernos se han emplazado un año más para aumentar su ambición climática y revisar el artículo 6.

Pero nosotros sabemos que no podemos esperar más. Que un año es mucho tiempo. Por eso no podemos permitirnos quedarnos de brazos cruzados: tenemos la responsabilidad, individual y colectiva, de seguir haciendo desde lo local y desde la presión. Juntos. Haciendo y buscando dar respuesta a la emergencia y justicia climática.

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