
Fuentes del Ministerio de Hacienda reconocieron, en la toma de posesión de su titular (que repite en el puesto), María Jesús Montero, que trabajan para renegociar con Bruselas la senda de reducción del déficit público a partir de este año. Desde hace meses, el cumplimiento de estas metas está en entredicho.
Los objetivos de estabilidad que están todavía vigentes son aún los aprobados por el último Gobierno del PP, donde se establecía un tope del 0,5% del PIB en este ejercicio. Se trata de un logro que se antoja imposible considerando que el desequilibrio de las Administraciones cerró 2019 cerca del 2%. En nada contribuye a mejorar esa situación el hecho de que el nuevo Gobierno no contempla ninguna reducción del gasto, al tiempo que son muy cuestionables las previsiones de recaudación de las alzas fiscales que planea (si es que llegan a aprobarse). Pero, el hecho de que la revisión de déficit sea previsible no resta importancia al paso que Hacienda quiere dar, en apariencia unilateralmente. La reformulación de la senda de déficit va a retrasar todo el calendario de aprobación de los nuevos Presupuestos, empezando por la negociación en el Congreso de su techo de gasto.
Sorprende que Hacienda anuncia una renegociación de la senda de déficit que, en todo caso, compete a la vicepresidenta
Pero aún más importante es el hecho de que, antes de todo, se necesita obtener negociar con Bruselas para obtener el plácet de la Comisión, un cometido que es competencia exclusiva de Nadia Calviño como vicepresidenta y máxima autoridad del área económica del Gobierno. Pero más allá del reparto de cometidos, lo realmente grave es que el Gobierno reconoce ahora otro incumplimiento del déficit. Ya solicitó antes de las elecciones un suavizamiento de la senda de reducciones y queda demostrado que, en ese tiempo, nada cambió y el gasto público sigue avanzando a un ritmo excesivo.