
Internet atraviesa la Tierra, continentes y océanos, a través de millones de kilómetros de fibra óptica enterrada y cruza el cielo a través de las ondas radioeléctricas. Además, Internet está en el firmamento. A pesar de la generalización de las comunicaciones móviles en España, donde desde hace más de siete años hay más terminales que personas, existen territorios que no disponen de una oferta mínima de acceso a Internet, sea fija o móvil.
La escasez de población, acelerada por el envejecimiento de sus habitantes y la reducida actividad económica, que resulta en un nivel de renta disponible por debajo de la media nacional, hacen inviables las inversiones en redes de fibra óptica e incluso de redes móviles, si no se cuenta con subvenciones públicas, que vienen siendo concedidas en ciertas Comunidades Autónomas conforme a programas de la UE que persiguen cerrar la brecha digital y que habitualmente ayudan a crear puntos singulares conectados, como las escuelas y ambulatorios.
Adicionalmente, algunos Operadores de telecomunicaciones de carácter local, con miles pero no millones de clientes, como las marcas nacionales, han desarrollado una oferta de servicio que combina capacidades propias limitadas pero muy competitivas para la banda ancha fija en localidades determinadas, con un recurso frecuente al WiFi de gran capacidad junto acuerdos de uso de redes ajenas, actuando como operadores virtuales (OMV) para las comunicaciones móviles. En algunos casos estos OMV son marcas subsidiarias de las principales, frecuentemente más asequibles y con paquetes comerciales menos completos. Todo ello es consecuencia de la libertad de contratación en el ámbito mayorista, que indudablemente ha contribuido al aumento de la competencia efectiva de ofertas de conectividad al público.
Finalmente, con prestaciones cada vez más competitivas en términos de ancho de banda y velocidad, existe desde hace décadas la alternativa del satélite, actualmente en boga ante el aumento de capacidad de los satélites geoestacionarios, -como Hispasat, recientemente adquirida por REE, que hasta ahora actúa vendiendo capacidad a los proveedores de servicios a clientes finales-,que parecen estar siempre en el mismo lugar porque acompañan a la rotación de la tierra en el Ecuador a 42.100 kilómetros de la superficie, y especialmente ante el incremento imparable de lanzamientos de satélites de órbita baja, a una distancia entre 200 y 2.000 kilómetros de la Tierra, que a 27.400 kilómetros por hora dan la vuelta a nuestro planeta cada 90 minutos y que forman constelaciones de miles de artefactos vigiladas y guiadas desde sus bases, para impedir colisiones y el consecuente aumento de desechos que dificulta la gestión de la estratosfera.
Por debajo todavía de los satélites de órbita baja se encuentran los primeros globos de helio que entre otros ha lanzado Google a la atmósfera desde 2013, que a tan solo 20 kilómetros de la superficie sirven para alojar estaciones base de telefonía celular para dar cobertura en lugares remotos y deshabitados. Su uso en Puerto Rico con motivo del huracán 'María' fue determinante para facilitar la comunicación con zonas devastadas de la isla.
La banda ancha satelital es desde hace más de dos décadas una alternativa competitiva para ofrecer conectividad a una velocidad de descarga máxima de 50 Mbps y entretenimiento similar al de los paquetes de TV de pago a una parte importante de la población de rentas modestas, con un ascendiente notable en el estilo de vida, los hábitos de consumo y las preferencias políticas de los usuarios.
En España es un recurso eficiente para contribuir a cerrar la brecha digital en territorios aislados, especialmente en el ámbito insular, contribuyendo a mitigar la despoblación y elevando el umbral de información disponible en tiempo real que varias compañías ofrecen de manera tan disputada pero más discreta que las Operadoras de banda ancha fija y móvil, disfrutando además de subvenciones que cubren equipamiento de cliente por parte de Red.es (Gobierno de España) y del FEDER de la Unión Europea. Una parte sustancial de nuestras comunicaciones no requieren velocidades por encima de 1 Gbps, como ofrecen las redes de fibra en los hogares y empresas o promete superar 5G y por ello, aprovechando recursos ya desplegados, es coherente respaldar sobre las capacidades de la banda ancha satelital ofertas de servicio fijo/móvil que hacen posible el anhelado servicio universal.
Alberto Horcajo es cofundador de Red Colmena