Opinión

Aportaciones para nuestra economía

Julio Segura, economista español

Sobre la mesa de los economistas se han situado una serie de aportaciones que no se deben ignorar en relación con la orientación que debería tener nuestra política económica.

Es conveniente, pues, tenerlas en cuenta, comenzando por el artículo de Julio Segura, ese gran profesor de Análisis Económico, titulado Notas al Debate sobre las Cuentas Públicas, aparecido en la revista Economistas, julio de 2019; otro es el informe editado por el Instituto de Estudios Económicos, en octubre de 2019, titulado Índice de Competitividad Fiscal 2019. Presentación de la Presión Fiscal Normativa en España; El tercero es special report, titulado The end of inflation, un amplio trabajo que ocupa doce paginas de The Economist del 12-17 de Octubre del 2019 que lleva en la portada este significativo titulo: The world economy´s strange new rules. Veremos por donde esas nuevas reglas pueden deducirse de estas aportaciones.

Comencemos, porque es lo que en la aportación de Julio Segura se nos señala, no es posible dejar de tener en cuenta ciertas realidades: por un lado, que "la economía española presenta un serio problema en sus cuentas publicas". Según Eurostat "el comportamiento del déficit público español se sitúa en la cola de la UE 28; en 2011 solo nos superaban dos países intervenidos (Irlanda y Grecia); en 2012 ocupamos el ultimo puesto; en 2013 nos superaban solo Grecia y Eslovaquia; en 2015 Chipre y en 2016 y 2017 ocupábamos el farolillo rojo. En 2018, tras un bienio de fuerte crecimiento por encima del 3 por ciento anual, la senda de crecimiento fiscal alcanzó el 2,48 por ciento del PIB y España sale del procedimiento de déficit excesivo", ese que se debía a la puesta en marcha del que se puede denominar modelo Solbes-Zapatero. Como yo señalé en mi libro Economía española.1975-2011 (Colegio de Economistas de Madrid, 2014), nada se había hecho de acuerdo con lo señalado por la Comisión Lagares, porque la propuesta de ese gran experto en temas de la Hacienda Pública que es el profesor Lagares, se había ignorado, debido a no tener en cuenta la realidad fiscal nueva surgida del hecho autonómico, a más del complemento local. Cuando se logró liquidar la Administración socialista de Rodríguez Zapatero, que una y otra vez motivaba que recordásemos no solo lo que sobre una administración típica socialista señala Salvany en Capitalismo, Socialismo y Democracia y también la del excelente filósofo, profesor Gustavo Bueno, en El mito de la izquierda (Zero, 2006), y coinciden en que todo se debe a que la buena política socialista ha buscado un mensaje, de modo incansable: "El aplauso popular a corto plazo".

El problema derivado de esa herencia deficitaria, como señala muy bien el profesor Segura, era que "para alcanzar el saldo permitido señalado por el Pacto de Estabilidad y Crecimiento del 60 por ciento del conjunto de la deuda pública respecto del PIB, España lo acabó superando, evidentemente alcanzando el 100 por ciento, y solo estaba superada por el grupo, no precisamente ejemplar, que el profesor Segura corrobora con estas cifras : Grecia (179 por ciento), Italia (132),Portugal (125) y Bélgica (103), y para lograr ese 60 por ciento nos obligaríamos a "mantener indefinidamente un superávit del 2,5 por ciento de PIB) que, agrega, era una magnitud que "se situaba hace pocos años en unos 30.000 millones de euros anuales".

En estas condiciones expuestas por el profesor Segura, ¿es posible pensar en incrementos del gasto publico? Y no tiene tampoco sentido imaginar aumentos en el peso impositivo, porque ahí está, implacable, la curva de Laffer, que borra todas las posibilidades, al mostrar cómo a partir de cierto nivel impositivo baja la recaudación, debido a que el impacto de la carga impositiva disminuye el PIB. Mucho convendría que nuestra política tuviese en cuenta todas estas cuestiones, por lo que convendría que algunos políticos leyesen ciertas obras fundamentales de macroeconomía; yo les recomendaría el libro de Joan Hortalá Arau, Teoría Económica. Macroeconomía (Ediciones Vicens Vives, 2010).

La política socialista busca de forma incansable el aplauso popular a corto plazo

Y, a renglón seguido, en la publicación citada, Índice de Competitividad Fiscal 2019, bastaría leer en su Presentación, esto: "Como Es-paña tiene una renta per cápita media inferior a la UE, para tener el mismo esfuerzo o carga fiscal, nuestra presión fiscal agregada tendría que ser marcadamente inferior a la de nuestro entorno". Y debido a que, por otra parte "la economía sumergida en España es relativamente alta, si la comparamos con los países de nuestro entorno (surge )… un lastre para la recaudación tributaria y la actividad económica, que deberá soportar una mayor carga fiscal para compensar los ingresos no percibidos. Por ello, el peso relativo de los impuestos respecto al PIB que soportan nuestros contribuyentes queda enmascarado artificialmente a la baja, porque en el denominador de este cociente se incluye la economía sumergida dentro del PIB: economía que no genera recaudación", por lo que resulta obligado "incorporar el concepto de presión fiscal normativa calculada como la carga de gravamen que el diseño del sistema fiscal introduce en las economías al margen de la recaudación que obtenga". Una fórmula para medir dicha presión fiscal normativa es el Índice de Competitividad Fiscal (ICF), elaborado por la Tax Foundation, que es el índice que aparece en este estudio del Instituto de Estudios Económicos, y que analiza si el sistema fiscal de un país cumple con los dos principios fundamentales que deben guiar el diseño de una buena política tributaria, porque "un código tributario competitivo es aquel que mantiene unos tipos marginales bajos. En el mundo globalizado en que vivimos hoy en día, el capital tiene una gran movilidad. Las empresas toman sus decisiones de inversión " teniendo en cuenta la realidad fiscal de numerosos países. Es una acción comparativa continua y que explica transferencia de capital. Por tanto, los impuestos tienen un papel crucial, puesto que un tipo mas bajo aumenta la expectativa de rentabilidad de los proyectos empresariales. Y esto, de tal modo que si los tipos impositivos son demasiado altos las inversiones se marcharán a otra parte, provocando un menor crecimiento económico. Por otro lado, un código tributario neutral es aquel que canaliza la recaudación con el menor grado de distorsiones posibles, de modo que las reglas … (se-rían) de aplicación clara, sencilla y general. Un código tributario competitivo y neutral promueve unos niveles mas altos de crecimiento económico e inversión", lo que, naturalmente, acaba favoreciendo "los ingresos públicos a largo plazo, puesto que una expansión sostenida de la actividad privada favorece una mayor creación de riqueza que, a su vez, permite financiar el gasto público con menor esfuerzo". Y esto se cuantifica en los países de la OCDE a través del citado ICF, tomando como base "más de 50 variables". Para una ampliación, véase también el trabajo de Elke Aser y Daniel Bunn, Sources of Goverment Revenue in the OCDE 2019, publicados por Tax Foundations, 23 abril 2019.

La clasificación de ICF de la OCDE muestra el puesto que ocupa España. Por lo que se refiere a impuestos -Impuesto de Sociedades, IRPF, impuesto sobre el Consumo, Impuestos sobre la Propiedad y Tratamiento de Rentas Internacionales- obtenemos lo que se denomina Rankings del Índice de Competitividad Fiscal 2019 en la págs. 13-14 del citado trabajo del Instituto de Estudios Economicos. Por eso, conviene observar comparativamente la situación de España en el cuadro siguiente donde la situación perfecta es la del índice 100 en el año 2019. El índice español es 60,3; el de Alemania 66,9; el de Irlanda 66,9 también; el de Bélgica 57,7; el del Reino Unido 60,1; aunque el de Francia es 42,7.

Y tras esta situación comparativa, debe señalarse que esa situación exige tener en cuenta que el "reciente bloqueo político ha contribuido a un mejor clima impositivo en la medida en que ha retrasado la introducción de medidas negativas para la competitividad fiscal, como por ejemplo respecto a la subida del Impuesto sobre Sociedades, o la aplicación de un nuevo recargo sobre el sector financiero, etc., éxito a corto plazo, derivado de la situación especial política que se ha tenido. ¿Qué va a suceder tras el resultado electoral del 10 de noviembre? Ahí se encuentra una cuestión muy importante vinculada al futuro de nuestra economía.

Pero en España existe otro problema muy serio, el del desempleo que, además en estos momentos, parece mostrar amenazas de una posible liquidación de ciertas medidas del Gobierno Rajoy, sobre el mecanismo de contratación laboral. ¿Aparecerán, en ese sentido, las consecuencias ligadas a la curva de Phillips? Las rigideces en la contratación laboral, muy ansiadas por el mundo sindical, tienen siempre impactos en el empleo, y no digamos decisiones vinculadas a alzas notables, como por ejemplo, en el salario mínimo.

Acudamos a lo que dicen los catedráticos de Análisis Económico, como por ejemplo lo que se lee en el libro citado de Joan Hortalá. En él se señala que la relación evidente de esta curva de Phillips "recoge la relación inversa entre paro e inflación y se observa que por debajo de un corto nivel de paro, los precios tienden a crecer y a pesar del paro superior, la inflación disminuye. Lo alarmante es la cifra natural del paro que se incrementa cuando la inflación tiende a cero. Phillips, en el ensayo inicial, The Relations between unemployment and the rate of change in money wage in the United Kingdon, publicado en Economica, noviembre 1958, señaló que las cifras serían del 5 por ciento.

Veamos la realidad actual española. En estos momentos la inflación tiende a 0, pues andamos en 2019 en torno al 0,8 por ciento, y la tasa de desempleo se coloca en el 13,8 por ciento. ¿No indica también esto que no podemos actuar adecuadamente sobre el comportamiento de nuestra economía? Esto exactamente prueba que la política económica del Gobierno socialista de Felipe Gonzalez y también la del Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero pretendieron reducir el paro con medidas de corte keynesiano, que fallaron sistemáticamente, por no tener en cuenta esa línea obligada de alteración del mercado laboral, como ocurrió, por ejemplo, con la liquidación del Acuerdo Nacional de Empleo.

Y ya que estamos en etapa electoral, de todo lo señalado, ¿no se muestran caminos obligados para la política económica de acuerdo con lo que indica la ciencia económica?. ¡Que Dios nos coja confesados si triunfan alguna organización que vuelva, como por ejemplo Podemos, a los modelos, no ya de Felipe González, sino, sobre todo, de Rodríguez Zapatero! ¿No va a ser posible, tras lo expuesto, cambiar la política económica?

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