
La alimentación exige a la UE que responda a los aranceles de Trump a productos españoles con su misma moneda.
En concreto, con tasas por 4.000 millones que, según el sector, están aprobados por la OMC, pero que nunca se llegaron a aplicar. La postura de las empresas es comprensible ante el daño que el proteccionismo de Trump genera en el campo español. Pero aunque la UE esté avalada, al igual que EEUU, para imponer los aranceles, estos se tomarían como una represalia a la que Washington podría responder y generar una escalada arancelaria en la que la UE no tiene nada que ganar. Para evitarla, es preferible que ambas partes negocien para que los perjuicios de un conflicto generado por el sector aeronáutico no se concentren solo en el ámbito agrario.