
Los bancos españoles son los segundos de toda la eurozona que más cobran a las empresas por custodiar los excesos de liquidez que depositan en ellos. Sin duda, los datos brutos admiten muchos matices. La tasa que aplica el sector financiero de nuestro país se sitúa en el 0,09 por ciento, sólo una centésima por encima del interés que las entidades alemanas reclaman a sus empresas.
Además, ese porcentaje se encuentra muy lejos del propio del primer Estado de la clasificación, Luxemburgo, cuyo gravamen llega al 0,23 por ciento. Pero, sobre todo, debe tenerse en cuenta que ninguno de estos países constituye una rara avis en Europa por su política de reclamar pagos a las firmas, a la hora de permitirles aparcar su liquidez. Se trata de una política auspiciada desde hace años por el propio BCE, cuando empezó a rebajar su propia facilidad de depósito. Es decir, el mismo eurobanco cobra por cobijar la liquidez de los bancos de la eurozona, con el fin de instarles a que destinen todos los recursos a financiar a la economía real. Esa política se ha mitigado relativamente desde la semana pasada, cuando Fráncfort por primera vez decidió aplicar escalonadamente su facilidad financiera, lo que implica que una parte de los recursos que depositan en el BCE quedan despenalizados. Aún así, la tasa general experimentó un nuevo descenso, hasta el 0,5 por ciento negativo, lo que implica más costes para la banca. Es inevitable que las entidades repercutan parte de este impacto aunque sea de una forma muy limitada, que excluye todo gravamen a particulares, como expone en elEconomista el consejero delegado de Santander España, Rami Aboukhair. Se trata de unos ingresos irrenunciables para la banca si quiere ganar su lucha por elevar la rentabilidad.